"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

domingo, 27 de febrero de 2011

Arthur Schopenhauer (1788 - 1860)



  • Nada demuestra mejor la ignorancia del mundo como alegar, cual prueba de los méritos y valía de un hombre, que tiene muchos amigos. ¡Cómo si los hombres otorgasen su amistad con arreglo a la valía y al mérito! ¡Cómo si, por el contrario, no fueran semejantes a los perros, que aman a quien les acaricia o solamente les hecha huesos que roer, sin más halago! Quien mejor sabe acariciar a los hombres, aun cuando sean asquerosas alimañas, ese tiene muchos amigos". 
  • "La diferencia entre la vanidad y el orgullo está en que el orgullo es un convencimiento absoluto de nuestra superioridad en todas las cosas. Por el contrario, la vanidad es el deseo de despertar en los demás esa persuasión, con una secreta esperanza de dejarse a la larga convencer a sí mismo. El orgullo tiene, pues, origen en un convencimiento interior y directo que se tiene de su propia valía. Por el contrario, la vanidad busca apoyo en la opinión ajena para llegar a la propia estimación. La vanidad hace parlanchín; el orgullo hace silencioso". 

BIOGRAFÍA:

Arthur Schopenhauer nació en la ciudad de Danzig en Febrero de 1788 al tiempo en que Kant publicaba su "Crítica de la razón Pura". Su padre, un próspero comerciante de carácter fuerte, era un republicano liberal que admiraba todo lo inglés, una admiración que procuró transmitírsela a su hijo quien recogió buena parte de este interés. Empeñado en que su hijo siguiera su misma carrera comercial, acabaría encontrando la oposición de éste a quien no hacía gracia seguir sus pasos. No obstante, Arthur siempre llevó una buena relación con él; estima que aparece en sus escritos al agradecer que su independencia económica heredada de su progenitor le hubiera permitido llevar a cabo su verdadera vocación. Con su madre sin embargo tuvo que experimentar relaciones muy difíciles. Era una mujer de temperamento jovial y alegre, hábil en el trato con los demás y asidua a las reuniones sociales, sin embargo chocó ya tempranamente con su hijo a quien llegó a desheredar. 

Cuando en 1793 los prusianos ocupan Danzig, la familia se retira a Hamburgo, donde por su nueva casa pasarían regularmente poetas y literatos. Este ambiente llevó a su madre a escribir varios libros que no tuvieron mayor difusión. Cuatro años después, en 1797, su padre lo envía a Francia a educarse en plena efervescencia del caos pos-revolucionario, poco después, y siguiendo una itinerante y políglota educación viajará a Londres para aprender el inglés. Aquí el rígido carácter británico de por entonces no era demasiado de su agrado, aunque estas pequeñas decepciones contribuirían a desarrollar cierto negativismo respecto a las supuestas virtudes colectivas como el patriotismo, frente al cual siempre se mostró escéptico cuando no satírico. Todo esto, sumado a lo fuertemente impresionado que quedaría por los sufrimientos de las clases humildes que veía en sus viajes en una época tan convulsionada, le llevaría a asumir una especial percepción del mundo que desarrollaría ampliamente años después. Como él comenta "a los diecisiete años, sin ninguna formación intelectual, me sentí tan impresionado por la miseria de la vida como Buda, cuando en su juventud contempló la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte." 

En 1805 muere su padre en un oscuro suicidio, algo de lo que moralmente culparía a su madre. Sin embargo quedará bajo la tutela de ésta con la que se traslada a vivir a Weimar. En casa de su madre verá abrir un salón literario por el que pasarán artistas muy importantes, Goethe entre otros. Inicia por entonces su carrera comercial, pero después de un cierto tiempo e influido por las charlas que presencia en su casa, decide cambiar de vocación e ingresa primero en el Gymnasium de Gotha, donde estará seis años, para luego seguir sus estudios preuniversitarios en Weimar. Poco después ingresa en la universidad, siguiendo cursos de medicina, ciencias naturales e historia en Gottinga; para entonces Schopenhauer habla además de su lengua, el inglés, el italiano y algo de francés, además del griego y el latín. Bajo las recomendaciones de Schulze, un discípulo de Kant, se centra en las lecturas de Platón y Kant, lecturas que comparte con una pasajera afición a la antropología. 

En 1811 se traslada a la universidad de Berlín, donde queda impresionado por Wolf, a la vez que decepcionado por Fichte, el cual gozaba de fama profesional. Durante su estancia en Berlín estalla la guerra de liberación contra Napoleón, pero Schopenhauer al ser extranjero no es llamado a filas, y opta por dirigirse a un pequeño pueblo alejado del conflicto y en donde redacta su primera tesis "Sobre la cuádruple raiz del principio de razón suficiente" en 1813, sobre la cual se germinaría su posterior sistema. Esta obra la dedicó a su madre quien la recibió con desdén. No obstante después de obtener el doctorado, volvió a casa de su madre en Weimar, en donde disfrutó de la amistad de Goethe y al que profesó una admiración de por vida. 

En ese tiempo contactó con el orientalista F. Mayer, lo que supuso un acontecimiento capital en la trayectoria del pensamiento del autor. Brahmanismo, budismo, taoísmo... y un largo etcétera de las ideas maestras de Oriente pasaban por sus manos mientras veía en ellas constantes afirmaciones a los planteamientos expuestos en su tesis. Estas traducciones, de discutida exactitud por entonces, empezaban a entrar en Occidente en esa misma época e impactaron tan fuertemente al autor, que ya después a lo largo de su vida su atención en ellas sería permanente. Incluso siendo tan contrario a toda forma religiosa, se dice que consiguió una estatuilla de bronce de un Buda la cual colocaría en su dormitorio. Sin conocimientos para sondear los fundamentos prácticos de lo que estos libros exponían, Schopenhauer se ha de contentar con "encontrar consuelo en la amable sonrisa del Buda", frente al absurdo de la existencia. 

A los pocos años, y después de un viaje por Italia y de una incursión en la ciencia en "Sobre la visión y los colores", entrega a su editor "El mundo como voluntad y representación" la cual se publica en 1819. Su obra principal, su "querida hija" no sufriría alteración alguna en sus bases a lo largo de toda su vida, y a ella pivotan todas las demás obras. Sin embargo, el fracaso editorial en su primera publicación fue enorme; tanto como su decepción, lo cual justifica por no ser obra para su tiempo, sino para tiempos venideros. 

En 1822 vuelve a Italia de la que regresa en 1825 con intención de dar clases en Berlín, pero sus clases no se llenan a diferencia del por entonces popular Hegel. Además, se le niega una cátedra. El fantasma de la persecución a su obra empieza a asomar y al poco decide trasladarse a Francfort del Main debido a un sueño premonitorio del que deja constancia. En poco tiempo el cólera haría su aparición en Berlín, y su rival, Hegel, caería víctima de ella. 
En Francfot vive en compañía de su perro, animal éste que junto al resto, trata con total devoción y de los que dice que su compañía no tiene comparación a la de las personas. Aquí vivirá retirado hasta su muerte en 1860 disfrutando de una cómoda renta que le permitirá una producción literaria no muy numerosa pero si muy cuidada y de gran valor. Aprende también el español y traduce el complejo "Oráculo" de Baltasar Gracián, y lee con asiduidad a Calderón. Su admiración por lo hispano le lleva incluso a un excelente dominio del refranero, el cual usa muy frecuentemente. 

Durante su vida en Francfort, va publicando diversas obras. "Sobre la Voluntad en la naturaleza" publicada en 1836, intentaba conciliar su sistema con los últimos logros de la ciencia pero no tuvo mayor resonancia. En 1838 fallece su madre, poco después va a concurso convocado por la Real Academia Noruega de las Ciencias que premia su ensayo "En torno a la libertad humana", pero en otro convocado por la academia danesa no obtuvo galardón pese a ser el único presentado por "irrespetuosidad con los filósofos consagrados". El resto de sus obras sufrirían parecido destino. En 1844 pública la segunda edición de "El mundo como Voluntad y representación", aumentado con un segundo volumen de "Complementos". Esta ignorancia sobre su obra se aguantaría hasta que en 1851 aparecerían los "Parerga y Paralipómena" (Cosas accesorias y omitidas), y su fama se disparó. Los artistas intentaban retratarle, la juventud le seguía en esta visión no optimista del mundo tras haber experimentado la desilusión de otra revolución más, la del 1848-49, y personajes como Wagner quedaban impresionados. Este último, leyó "El mundo como voluntad y representación", y en ella se inspiraría en buena parte. Incluso le llegó a mandar un ejemplar dedicado de "El anillo de los Nibelungos", su máxima obra. Como consecuencia de este reconocimiento final, "El mundo como voluntad y representación" alcanza su tercera edición, y al año de su muerte, 1860, se publica la segunda edición de "Los dos problemas fundamentales de la ética". 

Todo este giro radical en la aceptación de su obra era visto con gran satisfacción por Schopenhauer, y no dejaba de aprovechar la ocasión para hacer un repaso mordaz de todos aquellos que le habían denostado. Al final de su vida, le fue ofrecido el ser miembro de honor de la Real Academia Danesa, puesto que éste rechaza. Sin embargo todos estos rasgos de ésta faceta esporádica del carácter de Schopenhauer tiene también su lado negativo, pues hay que comentar que fue poseedor de una explícita misoginia, de la cual al final de su vida se arrepintió en buena parte "No he dicho la última palabra sobre las mujeres, creo que cuando una mujer logra sustraerse a la masa, es decir, sobresalirse por encima de ella, es capaz de engrandecerse ilimitadamente y más que los propios hombres." Esta misoginia suele ser explicada por varios autores debido a la tormentosa relación que mantuvo con su madre, sin embargo esto le ha contraído cierta mala prensa. 

Una idea de su personalidad nos ofrece F. de Careil:

"Habitualmente reservado y de un natural tímido hasta la desconfianza, no se entregaba más que a lo íntimos o a los visitantes que pasaban por Francfort. Sus movimientos eran vivos y alcanzaban una energía extraordinaria en la conversación; huía de las discusiones y de las controversias verbales inútiles, pero era para mejor gozar del encanto de una conversación placentera. Conocía y hablaba con igual perfección cuatro idiomas: el francés, el alemán, el inglés, y el italiano y algo de español. Cuando conversaba, el verbo del anciano bordaba sobre el cañamazo un poco pesado del alemán, sus brillantes arabescos latinos, griegos, franceses o italianos. Era una seducción, una profusión de agudezas, una riqueza de citas, una exactitud de detalles que hacía olvidarse de la horas, y a veces el pequeño círculo de sus íntimos le escuchaba hasta la medianoche sin que en ningún momento apareciese la fatiga pintada en su rostro o se amortiguase el fuego de su mirada. Su palabra clara y acentuada cautivaba al auditorio: ordenaba y analizaba todo en conjunto; una sensibilidad delicada aumentaba el calor; era exacto y preciso en toda clase de temas. Un alemán que había viajado mucho por Abisinia, se quedó asombrado un día al oírle dar detalles tan precisos acerca de las diferentes especies de cocodrilos y de sus costumbres; se imaginó tener ante sí a un antiguo compañero de viajes". 

Un año después de la fecha de este relato, en 1860, fallece Schopenhauer. Su asistenta fue como cada mañana a su habitación. Estaba reclinado en su sillón con una leve sonrisa. 


sábado, 26 de febrero de 2011

Anton Szandor Lavey (1930 - 1997)


Anton Szandor Lavey: "El guía cojitranco"


  • "Todas las religiones de naturaleza espiritual son invenciones del hombre. Éste ha creado todo un sistema de dioses sin otra ayuda que la de su cerebro carnal. Solo porque tiene un ego y no puede aceptarlo, ha tenido que exteriorizarlo en un gran artificio espiritual al cual llama Dios”. 

  • "Dios puede hacer todo lo que al hombre le está prohibido hacer —tales como matar gente, hacer milagros para gratificar su voluntad, ejercer control sin ninguna responsabilidad aparente, etc. Si el hombre necesita tal dios y reconoce a ese dios, entonces está adorando una entidad que ha inventado un cerebro humano".

  • "Con todos los debates acerca de si Dios ha muerto o no, si no lo está, ¡mejor que vaya a CUIDADOS INTENSIVOS!"

BIOGRAFÍA:

El Dr. LaVey está capacitado de modo singular para escribir la historia del nuevo Diabolismo. Estadounidense de ascendencia gitana, rumana y alsaciana, desde muy temprana edad hizo gala de la inquietud característica de sus ancestros nómadas y mostró una simpatía inusual por su tradición arcana y mundana. Su temprana preocupación por las ciencias militares lo motivaron a leer diversas publicaciones logísticas de la Segunda Guerra Mundial, sólo para descubrir que las visiones de gloria militar que caracterizaron la primera guerra mundial habían cedido lugar al realismo mercenario y desapegado durante la segunda conflagración. Sus experiencias como estudiante nada hicieron para borrar el sabor de esta primera muestra del cinismo humano, y la creciente impaciencia de LaVey con la regimentación estéril de la educación convencional lo llevarían a buscar los extraños encantos surrealistas del circo. Ayudó a Clyde Beatty como domador de animales salvajes y muy pronto desarrolló una fuerte afinidad por los grandes felinos, misma que marcaría de una manera bastante curiosa su personalidad. Todas las criaturas animadas son básicamente bestiales — razonaba LaVey— y lo único que logran los órdenes sociales más refinados es, cuando mucho, una supresión endeble de este salvajismo innato. Del circo pasaría a las ferias ambulantes —carnivals— donde el brillo de las artes escénicas estaba matizado con la lucha cotidiana por conseguir el sustento diario. Aquí LaVey trabajó en un mundo patético pero digno, poblado de rebeldes, fenómenos, patiños, y rarezas humanas; y aprendería el arte de la magia de escena, cuyo éxito depende de el nivevl de distracción que logre inducir en la atención de su audiencia. Observaría, no sin cierta dureza, la fascinación que el hombre "normal" parece tener por sus camaradas deformes —regodeándose de satisfacción al ver cómo la desgracia se ensaña con su prójimo en lugar de ensañarse con uno mismo. Al interesarse cada vez más en este cruel y licantrópico atributo de la naturaleza humana, decidió estudiar criminología en la univrsidad, e incluso llegó a trabajar en calidad de fotógrafo con el Departamento de Policía de San Francisco. Como profesional de circo había tenido la oportunidad de contemplar el lado carnal del hombre en su faceta más artística; ahora lo experimentaría en su aspecto más violento y salvaje. Tres años de vivir día a día con la sangre, brutalidad y abyecta miseria que permean la subcultura criminal lo dejaron hastiado, enfermo, desilusionado y leno de ira hacia la hipocresía imperante de la sociedad amable. Para ganarse la vida, se dedicó a tocar el órgano de tubos y dedicó gran parte de sus esfuerzos a lo que habría de convertirse en la labor de su vida —la Magia Negra LaVey había rechazado desde hace mucho tiempo desde hace mucho tiempo los tratados estereotípicos sobre hechicería ceremonial por ser meros productos histéricos de imagnaciones medievales. El “Viejo Culto”, con sus supersticiones, ademanes afectados y sus juegos de salón infantiles no son para nosotros; lo que buscamos es una psicología metafísica que atraiga al hombre intlectual únicamente después de haberle dado a sus orígenes brutales y animales las consideraciones apropiadas Esta es la razón por la cual nuestro símbolo es la Cabra de Mendes. Satán es, desde lejos, la figura más enigmática de la literatura. Poseedor de toda riqueza imaginable, y siendo el más poderoso de los Arcángeles, rechazó con desdén su excelsa lealtad para proclamar su independencia de todo lo que representaba su Jefe Celestial. Aunque condenado al más espantoso de los dominios, un Infierno absolutamente rehuído por la divinidad, aceptó tales privaciones como la carga de su prerrogativa intelectual. En su Imperio Infernal uno podrá complacerse impunemente en los placeres más extraordinarios, sin embargo en medio de tal licenciosidad desenfrenada, el Diablo ha mantenido una nobleza peculiar. Esta cualidad evasiva fue con la cual decidimos identificarnos. Este es el principio guía del Satanismo: que la la consecuencia definitiva del hombre yace no en la unidad sino en la dualidad. Únicamente la síntesis decide los valores; la adherencia a un orden único es arbitraria y, por tanto insignificante. Michael A. Aquino.

La Iglesia de Satán:

En la noche del 30 de abril del año 1966, LaVey se afeita completamente la cabeza y funda la Iglesia de Satán en California. Según su sistema, este día es el primero del año 1 del reino de Satanás.
A pesar de la gran creencia popular sobre el satanismo, el satanismo de Anton LaVey y su iglesia no podría diferir más de esta. Nada tiene que ver con hacer sacrificios o venerar a la figura del diablo, sino que Anton LaVey con su filosofía acusa al cristianismo de ser una plaga en la tierra que atemoriza, reprime y no deja pensar a millones de personas, muy similar a las teorías del filósofo Friedrich Nietzsche y niega la figura del diablo o Satán como un ser malvado con cuernos y rabo, acusando al cristianismo de ser el único creador de esta imagen para atemorizar a la gente y de esta imagen ser la mayor benefactora del cristianismo en la Tierra. Sin embargo cree en Satán como la representación de la inteligencia y la humanidad en la Tierra y se refiere a su descripción como mito, en la que Satán era un ángel de Dios y pensó por sí mismo y se rebeló contra Él. El satanismo de Anton LaVey y su iglesia promueve la humanidad y la libertad y reniega a toda costa del cristianismo, además de renegar de los sacrificios y profanaciones que otros proclamados satánicos realizan, a los que acusa de ser tan estúpidos como los cristianos y de dar un mal nombre al satanismo. Para diferenciarse de los más comúnmente conocidos satánicos que nada tienen que ver con su iglesia, a menudo los seguidores del satanismo de LaVey son denominados satanistas y no satánicos. Cree en la dualidad entre el bien y el mal de este mundo y dice que el satanismo es exactamente eso, la unión de extremos, como el Yin y yang ya que sin bien no habría mal y sin mal no habría bien. Además la Iglesia de Satán tiene toques muy oscuros que pueden ser asociados con el satanismo de la creencia popular, como la vestimenta y el uso de pentagramas o estrellas de cinco puntas y las cruces invertidas. Además la Iglesia de Satán cree en la magia y realiza rituales, aunque son de caracter espiritual. El símbolo principal de la Iglesia de Satán es el pentagrama o estrella de cinco puntas, la cual representa muy bien la unión de extremos y la humanidad, siendo igual esta que la obra de El Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci que representa al hombre y la humanidad en el mismo dibujo.

Sus libros: "La Biblia Satánica", "The Satanic Rituals", "The Complete Witch, or, What to do When Virtue Fails", "Devil´s Notebook" y "Satan Speaks!"





miércoles, 23 de febrero de 2011

Friedrich Nietzsche (1844 - 1900)




  • "El ateísmo yo no lo conozco en absoluto como un resultado, aun menos como un acontecimiento; en mí se da por supuesto, instintivamente. Soy demasiado curioso, demasiado problemático, demasiado altanero para que me agrade una respuesta burda. Dios es una respuesta burda, una indelicadeza contra nosotros los pensadores; incluso en el fondo no es nada más que una burda prohibición que se nos hace: ¡NO DEBÉIS PENSAR!
  • "Sé cuál es mi suerte. Un día, mi nombre irá unido a algo gigantesco, al recuerdo de una crisis como jamás la ha habido en la Tierra, del más profundo enfrentamiento de conciencia, de un juicio definitivo, mediante un conjuro contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido y santificado".

  • "Yo quiero escribir sobre todas las paredes esta eterna acusación contra el cristianismo, allí donde haya paredes; yo poseo una escritura que hace ver aun a los ciegos... Yo llamo al cristianismo la única gran maldición, la única gran corrupción interior, el único gran instinto de venganza, para el cual ningún medio es bastante venenoso, oculto, subterráneo, pequeño; yo la llamo la única inmortal vergüenza de la humanidad".




BIOGRAFÍA:

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900), nació en Röcken y estudió en la Universidad de Bonn con O. Jahn y F. Ritschl, pasando en 1865 a Leipzig, donde cursó filología y comenzó a entusiasmarse con Schopenhauer y la música. Allí trabó amistad con Erwin Rohde y luego con Richard Wagner. 
Nombrado el año 1870 profesor ordinario de filología clásica en Basilea, donde se relacionó con J. J. Bachofen y Jakob Burckhardt, abandonó el cargo en 1878 por grave enfermedad, después de haber roto con Wagner. 
Hasta 1889, aproximadamente, y justamente durante el período de su mayor actividad literaria, pasó una gran parte de los veranos en Sils-María, en la Engadina, y el resto del tiempo en la Riviera y en diversas ciudades de Italia y de Alemania, casi siempre solitario, y sufriendo múltiples recaídas, rodeado a veces de sus escasos amigos y discípulos. 
Finalmente, la profunda depresión nerviosa que sufría desde hacía años le produjo un súbito oscurecimiento mental y, por último, le sobrevino una parálisis, teniendo que ser trasladado a la clínica psiquiátrica de la Universidad de Jena y pasando el resto de su vida en Naumburg y Weimar con su madre y su hermana. 
La doctrina filosófica de Nietzsche, cuyo carácter poético y personal ha sido muy insistentemente subrayado, es también, en cierto modo, como la de Kierkegaard, una filosofía existencial, pero de un "existencialismo" de muy distinto sentido y contenido. 
Suelen distinguirse en su evolución filosófica tres períodos más o menos definidos: el primero, que va desde sus estudios en Leipzig hasta 1878, se caracteriza por sus primeros trabajos de interpretación y crítica de la cultura y por su devoción schopenhaueriana y wagneriana; es la época de "El origen de la tragedia en el espíritu de la música" (1872), de "La filosofía en la época trágica de los griegos" (1874), de las "Consideraciones intempestivas" (1873-1876). El segundo período, donde rinde homenaje a la cultura y al espíritu libres, en un sentido semejante al de la Ilustración francesa, es representado por "Humano, demasiado humano" (1876-1880), "Aurora" (1881) y "La Gaya Scienza" (1882). El tercero y último, el llamado período de Zaratustra o de la "voluntad de poder", comprende: "Así habló Zaratustra" (1883), "Más allá del bien y del mal" (1889), "Genealogía de la moral" (1887), "El caso Wagner" (1888), "El ocaso de los ídolos" (1889), los diversos planes para la Inversión de todos los valores, con "El Anticristo", "El Inmoralista", y, finalmente, su obra capital, "La Voluntad de poder, Ensayo de una trasmutación de todos los valores", ejecutado en parte fragmentariamente, ampliación y realización de los planes anteriores, con las tesis sobre "El nihilismo europeo", la "Crítica de todos los valores", los "Principios de una nueva tabla de valores" y los aforismos definitivos sobre "El eterno retomo". 
Sin embargo, a través de estos períodos, en apariencia tan distintos, late en Nietzsche una perfecta unidad y, para decirlo con Pfänder, un sistema. Este sistema resulta más comprensible desde su última fase, donde quedan englobados los momentos anteriores, desde la época schopenhaueriana y la distinción entre el espíritu apolíneo y el espíritu dionisiaco, hasta los intentos para establecer una nueva tabla de valores. La distinción entre lo apolíneo y lo dionisíaco en la cultura griega y, a través de ella, en toda la cultura occidental, es resuelta por Nietzsche mediante una acentuación del elemento último, entendido como una afirmación de la vida, como una voluntad de vivir. Esta voluntad, que ofrece, en su concepción, caracteres ahistóricos, que significa una negación de, toda la cultura alemana de su época y, sobre todo, de la identificación hegeliana de lo real con lo racional, tiene como natural consecuencia una aguda crítica del filisteísmo cultural, que Nietzsche ve representado ante todo en David F. Strauss y que extiende a la cultura burguesa y satisfecha, a la vida que no se resigna a "vivir en peligro". 
Genialidad estética y espíritu trágico, música y desmesura son las categorías con las cuales construye Nietzsche el primer andamio de su sistema, en el cual no puede quedar excluida, sino integrada, la aparente fase contradictoria del amor al iluminismo volteriano, porque éste no es entendido como un optimismo filisteo sobre el progreso, sino, siguiendo las tendencias de los moralistas franceses del setecientos, como una verdadera y profunda comprensión del alma humana, de su valor tanto como de su incurable estupidez. El supuesto iluminismo de Nietzsche es, consiguientemente, sólo una preparación para su posterior e incisiva crítica de la cultura europea, para la elaboración de su propia filosofía, en donde el radical pragmatismo vitalista y aun biológico no logra desvirtuar su descubrimiento del elemento en que reposa necesariamente la cultura: la creación del valor. Este descubrimiento de los valores, realizado al hilo de una constante polémica contra la moral, por la cual entiende Nietzsche casi siempre lo que llama "moralina", es el resultado de un análisis apasionado y hondo de los valores de la cultura europea, valores que ve encarnados en el cristianismo, el socialismo y el igualitarismo democrático. Nietzsche sustenta que semejantes ideales no son sino formas de una moral que debe ser superada mediante un punto de vista situado más allá del bien y del mal, manifestaciones de una vitalidad descendente, de un ascetismo al cual opone como valor supremo la vitalidad ascendente, la voluntad de vivir y, en última instancia, la voluntad de poder. 
La lucha contra los valores vigentes hasta la fecha implica, ciertamente, la demostración de su secreta llaga, la evidencia tanto de la falsedad radical del pretendido objetivismo del hombre de ciencia como del espíritu decadente del cristiano, en el cual ve Nietzsche una manifestación del resentimiento moral. Frente a estos valores, Nietzsche acentúa lo que llama, con término no siempre unívoco, la vida. Ésta es la norma y el valor supremos, al cual deben someterse los restantes, pues la voluntad de vivir es el mayor desmentido posible a la objetividad, al igualitarismo, a la piedad y compasión cristianas. Pero la voluntad de vivir, que es voluntad de poder y de dominio, exige, junto con la crítica de dichos falsos valores, la erección de un nuevo ideal del Superhombre, que es "el sentido de la Tierra", pues "el hombre es algo que debe ser superado". 
El Superhombre es aquel en quien la voluntad de dominio se revela en toda su fuerza; es el que está situado verdaderamente más allá de la moral, el que tiene el valor de afirmar frente a la moral la virtú en el sentido del Renacimiento italiano. El Superhombre es el que vive en constante peligro, el que, por haberse desprendido de los productos de una cultura decadente, hace de su vida un esfuerzo y una lucha. Si el Superhombre tiene alguna moral, es la moral del señor, opuesta a la moral del esclavo y del rebaño y, por lo tanto, opuesta a la moral de la compasión, de la piedad, de la dulzura femenina y cristiana. La idea del Superhombre, con su moral del dominador y del fuerte, es ya la primera inversión de los valores, pues éstos adquieren una jerarquía contraria cuando son contemplados desde su punto de vista. Objetividad, bondad, humildad, satisfacción, piedad, amor al prójimo son valores inferiores; están en un rango distinto del que supone el esclavo, pues la vida y su afirmación, el poder y su afirmación son infinitamente superiores a ellos y exigen la creación de una nueva tabla estimativa, de la tabla en donde la objetividad es sustituida por la personalidad creadora, la bondad por la virtú, la humildad por el orgullo, la satisfacción por el riesgo, la piedad por la crueldad y el amor al prójimo por el amor a lo lejano. Estos son los valores de la vida ascendente, los valores que la cultura europea ha rechazado, desembocando por ello en su estado actual, en el nihilismo que se anuncia y para cuya música "todos los oídos están aguzados". 
El profetismo de Nietzsche es pura y simplemente una consecuencia de su crítica de los valores de la cultura presente, pues la cultura que ha abrazado una falsa tabla de valores debe desembocar necesariamente en el hundimiento y en la decadencia, debe quedar sepultada por la marea que avanza impetuosa y de la cual sólo se salvarán los que sientan como propia la necesidad de superación del hombre. 
La filosofía de Nietzsche está enteramente expresada en los principios de su nueva valoración, que comprende la subordinación del conocimiento a la necesidad vital e inclusive biológica, la formación de una lógica para la vida, el establecimiento de un criterio de verdad según la elevación del sentimiento de dominio, la negación de lo universal y necesario, la lucha contra todo lo metafísico y absoluto. Crítica e inversión de los valores que exige a la vez una destrucción de la filosofía y de su historia; en lugar de los valores morales aparecen los valores naturales; en lugar de la sociología, la doctrina de las formas de dominio (o de poder); en lugar de la teoría del conocimiento, una jerarquía de los afectos estructurada de acuerdo con el principio de la voluntad de poder; en lugar de la metafísica y de la religión, la doctrina del eterno retorno. Esta última doctrina, que desempeña acaso el papel culminante en la filosofía de Nietzsche, que hace de ésta una mítica y una filosofía de la salvación, es llamada por Nietzsche "una profecía"; su demostración científica no oculta su esencial motivo, ese motivo que Unamuno ha visto en la sed de inmortalidad y que el propio Nietzsche ha considerado desde un punto de vista moral, dando a cada uno de los momentos de la existencia un valor infinito por la forzosidad de su repetición eterna. El medio para sobrellevar esta doctrina es justamente la transmutación de todos los valores; sólo por ella cobra el eterno retorno una significación adecuada y sólo por ella puede ser entendido el mundo, ya en un sentido plenamente metafísico, como la manifestación de la voluntad de dominio, como la voluntad de dominio misma, como "algo que debe repetirse eternamente, como un devenir que no conoce satisfacción, aburrimiento ni fatiga". 
La filosofía de Nietzsche ha sido interpretada muy diversamente. El modo aforístico de escribir de Nietzsche ha contribuido a la multiplicidad de interpretaciones, no sólo por la naturaleza a la vez ambigua y "sugestiva" de los aforismos, sino también porque el modo de interpretarlos depende grandemente de la manera como han sido ordenados. En nuestra exposición nos hemos atenido a lo que nos parecía que resaltaba más en el pensamiento de Nietzsche en sus diversas "etapas", pero un estudio más detallado de Nietzsche debe tener en cuenta los cambios que puede introducir una distinta ordenación de aforismos y, sobre todo, una distinta ordenación de los fragmentos publicados en las ediciones más conocidas con el nombre de "La voluntad de dominio" o "La voluntad de poder" (Der Wille zur Macht). Hay que hacer constar a este respecto que la intervención de la hermana de Nietzsche, Elisabeth Förster-Nietzsche, en los escritos del filósofo, ha introducido no pocas confusiones y malas interpretaciones de su pensamiento. Con el fin de despejar las primeras y rectificar las segundas, Karl Schlechta ha presentado su edición de "Obras" en 3 vols; importante en esta edición es la distinta ordenación de los fragmentos de Nietzsche, especialmente los conocidos con el citado nombre de "La voluntad de dominio" o "La voluntad de poder".


Guadalupe de la Torre, "El espíritu libre"

“Si la felicidad fuera realmente deseable para el hombre, el idiota sería el ejemplar más bello de la humanidad”, escribió cierta vez Friedrich Nietzsche, con la misma pasión y arbitrariedad  con la que vivió cada momento de su vida. La afirmación pone en evidencia no sólo su espíritu transgresor  sino además, una de sus grandes preocupaciones (y quizá frustraciones): la felicidad. “¿Acaso nuestra búsqueda tiene como fin la tranquilidad, la paz, la felicidad?”, se preguntó en otra ocasión, a lo que respondió: “No; lo que buscamos es solamente la verdad, aunque sea la más terrible y repelente”. Para terminar profetizando: “Si quieres la paz del alma y la felicidad, crece; si quieres ser un secuaz de la verdad, busca”.

Nietzsche, hijo y nieto de predicadores luteranos, luchó toda su vida por creer, pero no pudo. Su condición de seguidor inclaudicable de la verdad, lo llevó por el camino de la búsqueda, y en él sólo encontró infelicidad. Solitario y torturado, de no haber sido un filósofo brillante, su vida habría merecido ser atendida por la tensión con que fue vivida. Enfermizo, irritable y polémico, no estuvo exento de furibundas y frustradas historias de amor. Pero Nietzsche fue, fundamentalmente, un pensador. Uno de sus tantos pecados fue creer en él en demasía. “¿Por qué soy tan sagaz?”, decía de sí mismo. Su otro gran pecado fue ir en contra de la corriente. 

En el siglo XIX, según sus hombres más lúcidos, había resuelto los grandes problemas del hombre. La evolución de la imprenta, el telégrafo, el ferrocarril, los grandes barcos, el industrialismo, anunciaban al mundo que se estaba entrando en el paraíso; paraíso que se vería materializado en el nuevo siglo, el XX. A ese paraíso, suponían algunos, se arribaría masivamente. Las reivindicaciones sociales estaban a la orden del día y la revolución constituía un horizonte posible. Nietzsche vino a aguar la fiesta. Desnudó la hipocresía del mundo, dijo a los gritos aquello que muchos no se atrevían a decir ni en voz baja y lanzó su gran idea del Superhombre. Es decir, el individuo y no la masa, según él, sería el salvador del mundo.
Durante décadas se ha querido personificar en Nietzsche al filósofo pesimista, al “nihilista”. Pero se debe reconocer que el impulso original de su filosofía es el “decir sí” a la vida, de cualquier manera y en cualquier circunstancia. La felicidad, afirma, no está en creer sino en saber. Saber todo es casi imposible, por eso el hombre es infeliz. Sin embargo, bien vale el intento, parece decirnos. 
Muchas de sus teorías fueron criticadas por sus contemporáneos. Algunas de ellas, ni siquiera discutidas. Entre estas últimas, pasó inadvertida su propuesta de que el pensador del futuro debía unir el activismo europeo-americano con la contemplatividad “asiática”. Esta mezcla conduciría hacia la solución de los enigmas del mundo, preconizó. Un siglo después de su muerte, gran parte del mundo se afana por unir la racionalidad occidental con la espiritualidad oriental, en un intento por alcanzar la perdida armonía.