"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

miércoles, 27 de julio de 2011

El ASESINATO DE dios POR HENRI LEFEBVRE




Y cuando yo clamo: «Maldecid a todos los demonios cobardes que hay en vosotros, a los que les gustaría gimotear y juntar las manos y adorar»307: entonces ellos claman: «Zaratustra es ateo».
Y en especial claman así sus maestros de resignación -; mas precisamente a éstos me gusta gritarles al oído: ¡Sí! ¡Yo soy Zaratustra el ateo!
¡Estos maestros de resignación! En todas partes en donde hay algo pequeño y enfermo y tiñoso se deslizan ellos, igual que piojos; y sólo mi asco me impide aplastarlos.
¡Bien! Este es mi sermón para sus oídos: yo soy Zaratustra el ateo, el que dice «¿quién es más ateo que yo, para disfrutar de su enseñanza?».
Yo soy Zaratustra el ateo: ¿dónde encuentro a mis iguales? Y mis iguales son todos aquellos que se dan a sí mismos su propia voluntad y apartan de sí toda resignación.
Yo soy Zaratustra el ateo: yo me cuezo en mi puchero cualquier azar. Y sólo cuando está allí completamente cocido, le doy la bienvenida, como alimento mío.
 
Así habló Zaratustra - F. Nietzsche


Henri Lefebvre 1901 - 1991 (filósofo francés)


El universo aspira a la conciencia, a la posesión de sí, es decir, a lo divino. Un Dios se forma en el mundo. Sin embargo, el nietzscheísmo (aquí su novedad en relación a las metafísicas clásicas) no es una teología; o más bien, es una teología al revés, una teología del pecado, “más allá del bien y del mal”. Dios- el Dios infinito de los cristianos- se forma realmente en el mundo, al mismo tiempo que el hombre y en el hombre. El hombre puede realmente servir a Dios y ¡aquí el bien y el mal! Porque es necesario que el hombre se ofrezca en holocausto y que muera para que Dios nazca. Los teólogos han esperado esta fatalidad situando lo divino en lo sobrenatural que exige el sacrificio de la naturaleza y de la tierra. Inversamente ¡lo humano exige la muerte de Dios! Estos dos rivales, estos dos grandes antagonistas no pueden realizarse juntos. La realización supone una aniquilación: el Hombre tiene que matar a Dios.
Nietzsche experimenta religiosamente el fin de las religiones y el crepúsculo de los dioses. Se representa una tragedia cósmica: si Dios está muerto, ¡es que nosotros lo hemos matado! Nacía de nosotros el “otro”. Dios era la alienación del hombre, su adversario, incompatible con él. Todo pasa en lo existencial; si los hombres han pensado en Dios, si los genios místicos aspiraban a lo divino, es que realmente lo divino se formaba en ellos. Exigía de ellos el ascetismo, el renunciamiento, es decir, el odio a la “tierra”, el resentimiento contra la “vida”.
Entonces, los hombres han tenido que llevar a cabo y repetir un acto espantoso, misterioso, que los libere, pero despojándolos de lo que había de mejor en ellos: el asesinato de Dios. La nada es a la vez nuestro enemigo y nuestra arma para sobrepasar en el dolor esta etapa de nuestra creación por nosotros mismos, lo divino.
El hombre que ha matado a Dios ha llevado a cabo un acto necesario; y sin embargo, es el insensato de quien habla la Gaya ciencia y “el más feo de los hombres” de quien se trata en la última parte de Zaratustra.
El asesino de Dios- singular paradoja- no es el ateo. El ateo nietzscheano tiene el sentido de lo divino. El verdadero asesino de Dios ¡es el cristiano! El cristianismo no fue mas que en apariencia una fe en Dios, una vida humana en el sentido de lo divino. En realidad, fue el “más bajo nivel de la evolución descendente del tipo divino”. Es de todo punto falso decir que el cristianismo ha perdido históricamente su impulso primitivo. Desde el principio fue una degeneración.
El cristianismo, o más exactamente, el judeocristianismo, no ha sido, según Nietzsche, mas que una invención del resentimiento judío para arrastrar el mundo a la decadencia. Fue una especie de mala jugada genial, una invención grotesca y feroz de los judíos para vengarse de las innumerables vejaciones y persecuciones que ya habían sufrido.
Los judíos han turbado y corrompido los espíritus, han impedido a miles de millones de hombres gozar de la tierra. Humanamente e incluso desde el punto de vista de la religión, el judeo-cristianismo fue un fenómeno de decadencia. En su punto de partida hubo una mala inteligencia. El creador del judeo-cristianismo en tanto que doctrina y en tanto que Iglesia fue San Pablo, que se sirvió de la biografía de Cristo para extender la noción judaica del pecado y del Dios malo. El único cristiano auténtico fue Cristo y murió en la cruz- murió verdaderamente. Su presencia, su espíritu se ha perdido.
Doble holocausto de Cristo: este hombre murió para divinizarseen él los hombres que lo mataron y que cada día lo matan de nuevo han matado a Dios. La Iglesia cristiana ha ritualizado judaicamente la muerte de Dios en lugar de comprenderla y de hacer eternamente presente este drama. Cristo es “una realidad eterna, un símbolo psicológico más allá del tiempo”. Fue sin pecado porque estaba verdaderamente purificado de todo resentimiento; de una infinita inocencia, intentó abolir la distancia entré él y la existencia profunda. Resucita en todos los que asumen el drama del hombre y buscan la relación del individuo con la existencia.
Nietzsche no se cansa- en la Voluntad de potencia, en el Anticristo, etc.-, de descubrir los múltiples aspectos de la decadencia cristiana. Los cristianos han matado a Dios sin comprenderlo, y viven de esta muerte y del deseo de aniquilación. En su alma se pudre lentamente el cadáver de Dios. Han abrumado de reprobaciones todo lo que era fuerte y sano, violento y profundo: la pasión y el placer, el pensamiento, la libertad, el amor de la tierra, la ambición; lo han llamado mal, pecado, diablo. Si es lícito definir el ser corrompido como aquel que hace lo que es desventajoso, el cristianismo representa la corrupción esencial. Ha erigido en tipo ideal al hombre débil, la “bestezuela de rebaño”, al animal humano domesticado y enfermo, que practica sistemáticamente el autocastigo. El hombre sin pecado del cristianismo es el oprimido eterno con las virtudes que le convienen, ellas le dan esas pequeñas satisfacciones débiles que prolongan su esclavitud, pero que compensan su ausencia completa de vitalidad: la dulzura, la benignidad, la caridad. Para justificar esta moral de esclavos, los teólogos han construido un inmenso sistema de “piadosas mentiras”, de interpretaciones pérfidas. Se ha emponzoñado el corazón de los hombres con el resentimiento y la idea del pecado; y después se les ha explicado por el pecado original o actual su decadencia. Abominable círculo vicioso. Apenas si se elevan por encima de este odioso rebaño algunos tipos, odiosos ellos mismos, pero seleccionados y después de todo superiores: el prelado maquiavélico, el contemplativo, el santo.
La muerte de Dios es para el hombre un urgente requerimiento. Nietzsche no se presenta únicamente como un destructor. Comprueba la destrucción de todos los valores, el “nihilismo europeo”. Agotado, habiendo usado de la nada y precipitado en la nada a la vez lo mejor y lo peor de sí mismo- lo divino- el hombre moderno se encuentra ante esta nada. Religión, felicidad, fe, sabiduría, virtud, lógica y ciencia ya no tienen significación. El hombre moderno tiene un poder inmenso, una lucidez costosamente ganada. El agotamiento de la vida, la extinción de las posibilidades naturales han condicionado esta conciencia.
El hombre actual ignora las inmensas posibilidades de su conciencia y se encuentra impotente y vacío. ¡Es necesario resucitar la grandeza perdida, pero transformándola, creándola de nuevo en lo sobrehumano y en lo divino!
El nihilismo europeo, la inquietud y la desesperación modernas son la gran purificación. Ha sido preciso utilizar la nada contra Dios y es preciso ahora atravesar esta nada y sobrepasarla. Nuestro universo
es desértico, pues carece de dioses. El hombre está solo. Es necesario que se fije una nueva meta, una nueva jerarquía de lo que “vale”. El hombre tiene hoy que crear el sentido del mundo, que imponerlo por medio de un acto infinitamente creador, un acto divino.
La vida no tiene sentido exterior a ella. Ella es para sí misma su recompensa. Hasta aquí los hombres han montado un vasto escenario delirante: cubrían la vida con una máscara; bajo esta máscara representaban muy seriamente la comedia; creían hacer otra cosa que vivir; por ejemplo: obedecer a una providencia, ejecutar muy importantes prescripciones religiosas o morales. Estos valores han sido quizá muy útiles: se han hundido. Buscar un sentido a la vida, es ya despreciarla.
El sentido de la existencia está en ella. ¡La realidad de la potencia está en su acto! El pensamiento buscaba en otro tiempo más allá de él lo que estaba en él. Tenemos que adquirir una conciencia nueva de nuestra conciencia y de nuestra existencia.
Momento decisivo. Momento de la salvación terrenal. El hombre ha arrojado todo lo que le protegía y sostenía, pero le engañaba y atraía fuera de sí. Tiene que determinar su propia existencia. Se vuelve Dios, no según la Biblia, conociendo el bien y el mal, sino más allá del bien y del mal. Es ya divino puesto que tiene que crearse a sí mismo en un acto libre. Tiene que crearse ex nihilo. La más alta verdad es que el mundo carece de verdad preexistente. La más alta verdad, la que liberta, es infinitamente creadora.
Los débiles, los que desesperan, estarán más y más desesperados: aceptarán la nada y desaparecerán. El hombre que ama poderosamente la existencia- en quien la potencia creadora se afirma- está al contrario aguijoneado por esta visión de la nada. Mira al abismo sin vértigo y por este lado afirma la alta potencia de la vida; y la afirma de nuevo, sin protección, sin apoyo, heroicamente. Aceptando totalmente la prueba, triunfa de ella. Lanza un decreto soberano y total y renueva el ser y proclama en fin la verdad de un mundo sin verdad. Sobrepasa el nihilismo. La vida, desde este momento, rebasa las contradicciones: ilusión y verdad, conocer y ser, bien y mal, placer y dolor, seriedad y ausencia de lo serio, vida y muerte. El acto inaugural es a la vez espiritual y cósmico. Es eminentemente personal y, sin embargo, está más allá del Yo y del No-Yo. El espíritu carnal y terrestre, el superhombre, se afirma así. Con este acto, que según Nietzsche es absolutamente revolucionario, comienza- en una atmósfera de potencia, de lucidez, con un ritmo de danza ligera y ebria- ¡el superhombre! Pronto vendrán los nuevos Hiperbóreos que tendrán “oídos nuevos para una música nueva: conciencia nueva para verdades nuevas”. Ellos desarrollarán las consecuencias de la nueva revelación y crearán totalmente la grandeza que se ha perdido en medio de las falsas afirmaciones metafísicas
y religiosas.
Un tránsito misterioso se opera en toda gran obra de arte. Las tinieblas se metamorfosean en luz, el sueño y el ensueño en ideas, la existencia encadenada al tiempo, a la lucha, a la muerte, a la nada, a la verdad y a la ilusión, en forma pura. Esta gran liberación tiene que cumplirse para la existencia total y para la vida en su profundidad. El fundamento de nuestro ser, la potencia, es llamado a la luz en este paroxismo de tensión. Dioniso, habiendo asumido el peso de la existencia, descubre su identidad con Cristo. Se ha sobrepasado volviéndose
Apolo y Sócrates, mientras que el conocimiento, salido de Sócrates, se une a la música que nace de las profundidades del alma.
¿Ascetismo? ¿Renunciamiento? No. Gozo. Gozo de gustar sin amargura, libremente, “de todas las cosas buenas”. Gozo profundo: más allá del placer y del dolor.
La existencia se trasciende sin salir de ella misma. Tenemos que entrar, según Nietzsche, en la gran resurrección que seguirá al nihilismo: en la superabundancia de formas espirituales y de gozo terrestre no fingidos En la despreocupación radiante. El espíritu se vuelve otra vez niño.

Ha sido encontrada.
¿Quién? La eternidad.
Es la mar mezclada
Con el sol,

había escrito Rimbaud, evocando, como Nietzsche, la unión de las profundidades y de la luz. Las barreras entre los seres, los límites, serán rotos por Dioniso vencedor, dios de la metamorfosis que recorrerá libremente las formas.
Las posibilidades del mundo estaban agotadas. De ahí precisamente la posible novedad: participar en todo lo que fue, concentrarlo en un ser único: el superhombre.
Con el asesinato de Dios, el hombre pone fin a un “posible” que quizá habría roto el ciclo del devenir, orientándolo hacia lo infinito, es decir, hacia la persecución sin fin de lo divino. Del mismo golpe ha establecido el devenir, pero establecido la eternidad en el devenir. Está entonces presto a aceptar la vida tal cual es, precisamente porque transforma la conciencia de ella. Es preciso hacer notar aquí que para Nietzsche el problema no es transformar la vida sino justificarla tal como es.
Creador de sí mismo, el hombre comprende entonces como la existencia ha llegado hasta él, y se sitúa en el momento crucial del devenir: en el momento en que la vida reconoce la identidad del conocer y del ser, la identidad profunda de la potencia.

Henri Lefebvre

jueves, 21 de julio de 2011

LA BIBLIA SATÁNICA, HABLA SATÁN, LAVEY SPEAKS!



Anton LaVey , sin duda, un paradigma de existencia. ¡Qué sería de mí si no hubiera encontrado un guía inspirado por la filosofía y pensamiento de Nietzsche, Ayn Rand, Freud, entre otros!
El papa negro, representante del satanismo simbólico o ateo, dejó atrás las viejas escuelas de satanismo tradicional y ocultismo para fundar la iglesia de Satán en California. Para quienes no lo conozcan, pueden usar el internet, pues yo me limitaré a resumir parte de su pensamiento.
Lavey no sólo niega a dios como una entidad real, sino tambien la del diablo, la consecuencia más grande del judeocristianismo, cuya existencia se ha prolongado hasta el día de hoy para espantar a los niños cuando no quieran tomar la sopa. Este gran simbolista adoptó la figura de Satán, que era un ángel de dios según la biblia, que un día pensó por sí mismo y se rebeló contra el tirano, desde entonces ser convirtió en su más grande opositor, acusador y archienemigo.
Lavey promueve el orgullo, la justicia y la complacencia, reniega de la hipocresía cristiana y del mundo que lo acoge, del mismo modo, de aquellos autoproclamados satánicos que realizan adoraciones, sacrificios y profanaciones, considerándolos tan estúpidos como los cristianos, pues juegan el mismo juego, sólo que se encuentran en el bando contrario.
¡Quién soy yo para hablar de este gran simbolista!

“Cualquiera que sea tu decisión, no podrás postergarla por más tiempo. La Biblia Satánica finalmente articula lo que el hombre, instintivamente, siempre ha temido proclamar: que él es, potencialmente, divino”


  • LAS NUEVE DECLARACIONES SATÁNICAS

1. ¡Satán representa complacencia, en lugar de abstinencia!
2. ¡Satán representa la existencia vital, en lugar de sueños espirituales!
3. ¡Satán representa la sabiduría perfecta, en lugar del auto engaño hipócrita!
4. ¡Satán representa amabilidad hacia quienes la merecen, en lugar del amor malgastado en ingratos!
5. ¡Satán representa la venganza, en lugar de ofrecer la otra mejilla!
6. ¡Satán representa responsabilidad para el responsable, en lugar de preocuparse por vampiros psíquicos!
7. ¡Satán representa al hombre como otro animal, algunas veces mejor, la mayoría de las veces peor que aquellos que caminan en cuarto patas, el cual, por causa de su "divino desarrollo intelectual" se ha convertido en el animal más vicioso de todos!
8. ¡Satán representa todos los llamados "pecados", mientras lleven a la gratificación física, mental o emocional!
9. ¡Satán ha sido el mejor amigo que la Iglesia siempre ha tenido, ya que la ha mantenido en el negocio todos estos años!

  • EL LIBRO DE SATÁN
I

1. En este árido desierto de acero y piedra, elevo mi voz para que puedas oírla, Al Este y al Oeste hago una seña. Al Norte y al Sur muestro un signo que proclama: ¡Muerte a los débiles, salud para los fuertes!
2. ¡Abrid los ojos para que podáis ver, oh, hombres de mente enmohecida, y escuchadme bien, vosotros, la multitud de seres desorientados!
3. ¡Pues yo me alzo para desafiar a la sabiduría del mundo, para pedir explicaciones a las «leyes» del hombre y de «Dios»!
4. Yo exijo razones de vuestras reglas doradas y pregunto el porqué de vuestros mandamientos
5. No me inclino en señal de sumisión ante ninguno de vuestros ídolos pintados, y el que me diga «tú lo harás» es mi enemigo mortal.
6. Hundo mi dedo en la sangre aguada de vuestro impotente y loco redentor, y escribo en su frente desgarrada por las espinas: «el verdadero príncipe del mal; ¡el rey de los esclavos!».
7. Ninguna vetusta falsedad será para mí una verdad; ningún dogma sofocante entorpecerá mi pluma.
8. Me aparto de todos los convencionalismos que no me lleven al éxito y a la felicidad en la Tierra.
9. Elevo con severa energía el estandarte de los fuertes.
10. Clavo mi mirada en los ojos vidriosos de vuestro espantoso Jehová, y le tiro de la barba. Alzo un hacha y abro en dos su cráneo devorado por los gusanos.
11. Hago estallar el horrible contenido de los sepulcros filosóficos marchitos, y río con ira sardónica.

II

1. Mirad al crucifijo. ¿Qué simboliza? Pálida incompetencia colgada de un árbol.
2. Pongo en duda todas las cosas. Colocándome ante las podridas y barnizadas fachadas de vuestros más excelsos dogmas morales, escribo con letras de llameante desprecio: «¡ Ojo! ¡Mucho cuidan! ¡Todo esto es fraude!.
3. ¡Congregaos en torno a mí, oh, vosotros que desafiáis a la muerte, y la Tierra será vuestra, para ahora y para siempre!
4. A la mano muerta se le ha permitido durante demasiado tiempo que esterilice el pensamiento vivo.
5. ¡Los falsos profetas han estado invirtiendo por mucho tiempo lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo!
6. Ningún credo debe ser aceptado como imposición de la autoridad de una naturaleza divina. Las religiones deben ser puestas en duda. Ningún dogma moral debe ser aceptado dado por hecho; ninguna patrón de medida debe ser deificado. En los códigos morales no hay nada inherentemente sagrado. Al igual que los ídolos de madera de tiempos remotos, son obras de manos humanas, ¡y lo que el hombre ha hecho puede destruirlo!
7. El que no se apresura a creer en todo es sumamente inteligente, pues disponerse a creer en un falso principio es comenzar a carecer de sabiduría.
8. El deber principal de toda nueva época es enseñar a los nuevos hombres a determinar sus libertades, a dirigirlas hacia el éxito material, a rechazar los candados y cadenas oxidadas de las costumbres muertas que impiden siempre la expansión saludable, aquellas teorías e ideas que pudieron haber significado vida, esperanza y libertad para nuestros antepasados, es posible que ahora representen para nosotros destrucción, esclavitud y deshonor.
9. ¡Cuándo el medio ambiente cambia, ningún ideal humano permanece seguro!
10. Por lo tanto, cada vez que una mentira se haya instalado en un trono, asaltémosla sin piedad y sin escrúpulos de conciencia, pues nadie puede prosperar bajo el dominio de una falsedad inconveniente.
11. ¡Destronemos los sofismas establecidos, arranquémoslos de cuajo, quemémoslos y destruyámoslos, pues son una amenaza para toda la auténtica nobleza del pensamiento y la acción!
12. ¡Cada vez que por medio de los resultados quede demostrado que una pretendida «verdad» no es más que una vana ficción!. ¡Arrojémosla sin ceremonia hacia la oscuridad exterior, y que caiga entre los dioses muertos, los imperios muertos, las filosofías muertas y otras ruinas inútiles! ¡Su puesto está entre los trastos viejos!
13. La más peligrosa de todas las mentiras entronizadas es la mentira santa, santificada, privilegiada; la mentira que todo el mundo toma por un modelo de verdad. Es la madre nutricia de todos los otros espejismos y errores populares, Es el árbol, con cabeza de hidra y mil raíces de lo irrazonable, ¡Es un cáncer social!
14. Aquella mentira que se muestra a nosotros como media mentira está medio erradicada; Pero aquella mentira que incluso las personas inteligentes aceptan como un hecho -la mentira que le ha sido inculcada al niño cuando reposaba en las rodillas de su madre-, ¡esa es más peligrosa de afrontar que una pestilencia insidiosa!
15. Las mentiras populares han sido siempre las más potentes enemigas de la libertad personal. No existe más que una forma de hacerles frente: arrancarlas, arrancarlas de cuajo, como si fueran cánceres. ¡Aniquiladlas o ellas aniquilarán!

III

1. "Amaos los unos a los otros". Se nos dice que esto es la ley suprema, Pero ¿qué poder lo ha hecho así? ¿Sobre qué autoridad racional reposa el evangelio del amor? ¿Por qué no habría yo de odiar a mis enemigos? Si los «amo», ¿no me pongo a merced de ellos?
2. ¿Es natural que los enemigos se hagan el bien los unos a los otros? ¿Es bueno eso?
3. ¿Puede la víctima desgarrada y ensangrentada "amar" las fauces ensangrentadas que le van arrancando miembro tras miembro?
4. ¿No somos todos por instinto animales de presa? Si los seres humanos cesaran totalmente de atacarse los unos a los otros, como animales de presa, ¿podrían continuar existiendo?
5. ¿No es el «deseo lujurioso y camal» un término más veraz para definir al "amor" cuando lo aplicamos a la propagación de la especie’? El "amor" de las aduladoras escrituras, ¿no es un simple eufemismo de la actividad sexual? ¿O acaso el «gran maestro» era un glorificador de los eunucos?
6. Ama a tus enemigos y haz el bien a los que te odian y te explotan. ¿No es esta la despreciable filosofía del perro de aguas que gira sobre su lomo cuando le dan patadas?
7. Odia a tus enemigos con todo tu corazón, y si un hombre te abofetea en la mejilla, ¡Abofetéale en la otra! Abofetéale con toda tu alma, pues el velar por uno mismo es la ley más excelsa.
8. ¡El que ofrece la otra mejilla es un perro cobarde!
9. Devuelve golpe por golpe, desprecio por desprecio, ruina por ruina, ¡y devuélvelos con interés del ciento por ciento! Ojo por ojo, diente por diente, ¡siempre en una proporción de cuatro a uno, de cien a uno! Conviértete en el temor de tu adversario, y cuando él se aleje, lo hará con mucha más sabiduría que rumiar. De este modo, te harás respetar en todas las esferas de la vida, y tu espíritu, tu espíritu -inmortal, vivirá, no en un paraíso intangible, sino en el cerebro y en las fibras de aquellos cuyo respeto has conquistado.

IV

1. La vida es la gran satisfacción de las pasiones. La muerte es la gran abstinencia. Por lo tanto, sácale el mayor provecho a la vida, ¡aquí y ahora!
2. No hay un Cielo donde la gloria resplandezca ni un Infierno donde los pecadores se abrasen, ¡Es aquí en la Tierra donde conocemos nuestros tormentos! ¡Es aquí en la Tierra donde sentimos nuestros goces! ¡Es aquí en la Tierra donde están nuestras oportunidades! ¡Elige este día, esta hora, pues no existe redentor alguno!
3. Di en tu corazón: "Yo soy mi propio redentor"
4. Detén la marcha de aquellos que te persiguen. Deja que aquellos que han provocado tu ruina sean lanzados a la confusión y a la infamia. Déjalos que sean como paja menuda ante un ciclón, y después de que ellos hayan caído, regocíjate de tu propia salvación.
5. Entonces todos tus huesos dirán orgullosamente; ¿Quién está por encima de mí? ¿No he sido demasiado fuerte para mis adversarios? ¿No me he liberado yo mismo por medio de mi cerebro y mi cuerpo?

V

1. Benditos sean los fuertes, pues de ellos será la Tierra. ¡Malditos sean los débiles, pues ellos heredarán el yugo!
2. Benditos sean los poderosos, pues ellos serán reverenciados por los hombres... ¡Malditos sean los débiles, pues ellos serán borrados de la faz de la Tierra!
3. Benditos sean los audaces, pues ellos serán los amos del mundo. ¡Malditos sean los virtuosamente débiles, pues ellos quedarán aplastados bajo las pezuñas del Diablo!.
4. Benditos sean los triunfadores, pues la victoria es la base del derecho... ¡Malditos sean los vencidos, pues ellos serán vasallos para siempre!
5. Benditos sean los de la mano de hierro, pues los blandos huirán ante ellos... ¡Malditos sean los pobres de espíritu, pues serán escupidos!
6. Benditos sean los que desafían a la muerte, pues sus días serán largos en la Tierra... ¡Malditos sean los que sueñan con una vida más rica más allá de la tumba, pues ellos perecerán en medio de la abundancia!
7. Benditos sean los destructores de la falsa esperanza, pues ellos son los verdaderos Mesías... ¡Malditos sean los adoradores de Dios, pues ellos serán ovejas esquilmadas!
8. Benditos sean los valientes, pues ellos obtendrán grandes tesoros... ¡Malditos sean los que creen en el bien y en el mal, pues se dejan asustar por sombras!
9. Benditos sean aquellos que creen en lo que más les conviene, pues su mente no se aterrorizará nunca... ¡Malditos sean los «corderos de Dios», pues serán desangrados hasta quedar más blancos que la nieve!
10. Bendito sea el hombre que tiene una legión de enemigos, pues ellos le harán héroe, ¡Maldito sea el que hace el bien a quien le paga con desprecio, pues él será despreciado!
11. Benditos sean los de mente poderosa, pues ellos superarán los torbellinos...¡Malditos sean los que ofrecen mentiras como verdades y verdades como mentiras, pues ellos son una abominación!
12. ¡Malditos sean tres veces los débiles a quienes la inseguridad les hace viles, pues ellos son una abominación!
13. El ángel del engaño que nos hacemos a nosotros mismos en el alma de los «justos». ¡La llama eterna del poder alcanzado a través del placer mora en la carne del satanista!


Anton Szandor LaVey

 

lunes, 18 de julio de 2011

EL AMOR POR A. SCHOPENHAUER



ADVERTENCIA:
Esta compilación, elaborada por mí, sobre el amor en la obra de Schopenhauer (Parerga y Paralipómena), no lo he publicado para las orejas largas ni para los imbéciles que no saben leer, o sólo leen basura como revistas, comics, periódicos, biblias, La Atalaya, etc; y todo aquel que no ve más allá de sus narices.

EL AMOR:
  • ...si se observa el papel importante que representa el amor en todos sus grados y en todos sus matices, no sólo en las comedias y novelas, sino también en el mundo real, donde, junto con el amor a la vida, es el más poderoso y el más activo de todos los resortes; si se piensa en que de continuo ocupa las fuerzas de la parte más joven de la humanidad; que es el fin último de casi todo esfuerzo humano; que tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes negocios; que interrumpe a todas horas las ocupaciones más serias; que a veces hace cometer tonterías a los más grandes ingenios; que no tiene escrúpulos en lanzar sus frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y de los trabajos de los sabios; que tiene maña para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los manuscritos de los filósofos, lo cual no le impide ser a diario el promovedor de los asuntos más malos y embrollados; que rompe las relaciones más preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y elige por víctimas ya la vida o la salud, ya la riqueza, la alcurnia o la felicidad; que hace del hombre honrado un hombre sin honor, del fiel un traidor, y que parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo todo, en embrollarlo todo, en destruirlo todo, entonces estamos prontos a exclamar: ¿Por qué tanto ruido? ¿Por qué esos esfuerzos, esos arrebatos, esas ansiedades y esa miseria?...
  • Por desinteresada e ideal que pueda parecer la admiración por una persona amada, el objetivo final es, en realidad, la creación de un ser nuevo, determinado en su naturaleza; y lo que lo prueba así, es que el amor no se contenta con un sentimiento recíproco, sino que exige la posesión misma, lo esencial, es decir, el goce físico.
  • ...no hay hombre que en primer término no desee con ardor y no prefiera las más hermosas criaturas, porque realizan el tipo más puro de la especie. Después buscará sobre todo las cualidades que le faltan, o a veces las imperfecciones opuestas a las suyas propias, y que le parecerán bellezas. De ahí proviene, por ejemplo, el que las mujeronas gusten a los hombrecillos y que los rubios amen a las morenas, etc.
  • Una vez satisfecha su pasión, todo amante experimenta un especial desengaño: se asombra de que el objeto de tantos deseos apasionados no le proporcione más que un placer efímero, seguido de un rápido desencanto.
  • ...preciso es considerar que el hombre propende por naturaleza a la inconstancia en el amor, y la mujer a la fidelidad. El amor del hombre disminuye de una manera perceptible a partir del instante en que ha obtenido satisfacción. Parece que cualquiera otra mujer tiene más atractivo que la que posee; aspira al cambio. Por el contrario, el amor de la mujer crece a partir de ese instante. Esto es una consecuencia del objetivo de la Naturaleza, que se encamina al sostén, y por tanto al crecimiento más considerable posible de la especie.
  • En efecto, el hombre con facilidad puede engendrar más de cien hijos en un año, si tiene otras tantas mujeres a su disposición; la mujer, por el contrario, aunque tuviese otros tantos varones a su disposición, no podría dar a luz más que un hijo al año, salvo los gemelos. Por eso anda el hombre siempre en busca de otras mujeres, al paso que la mujer permanece fiel a un solo hombre, porque la Naturaleza la impele, por instinto y sin reflexión, a conservar junto a ella a quien debe alimentar y proteger a la futura familia menuda.
  • ...la fidelidad en el matrimonio es artificial para el hombre y natural en la mujer, y por consiguiente (a causa de sus consecuencias y por ser contrario a la Naturaleza), el adulterio de la mujer es mucho menos perdonable que el del hombre.
  • La necedad no perjudica para con las mujeres. Con frecuencia causa un efecto desfavorable por su desproporción un talento superior o el genio mismo. Así se ve a menudo a un hombre feo, necio y grosero suplantar cerca de las mujeres a un hombre bien formado, ingenioso y amable. Hasta se ven matrimonios por amor entre seres lo más desemejantes posible desde el punto de vista del espíritu; por ejemplo, el hombre brutal, robusto y romo de entendimiento: ella dulce, impresionable, aguda en el pensar, instruida, llena de buen gusto, etc.; o bien el hombre muy sabio, un genio, y ella una gansa... Cada cual ama precisamente lo que le falta... El hombre más viril buscará a la mujer más femenina,y viceversa... cada cual se esfuerza por neutralizar, por medio de la otra persona, sus debilidades, sus imperfecciones y todos los extravíos del tipo normal...
  • Cuanto más débil es un hombre desde el punto de vista de la fuerza muscular, más buscará mujeres fuertes, y la mujer obrará lo mismo. Pero como es una ley de la Naturaleza que la mujer tenga una fuerza muscular menor, también está en la Naturaleza el que las mujeres prefieran a los hombres robustos. La estatura es también una consideración importante.
  • Hasta en las diversas partes del cuerpo busca cada cual un correctivo a sus defectos, a sus desviaciones, con tanto mayor cuidado cuanto más importante sea la parte. Por ejemplo: las personas de nariz chata contemplan con inexplicable placer una nariz aguileña, un perfil de loro, y así por el estilo. Los hombres de formas escuálidas, de largo esqueleto, admiran a una personilla que cabe bajo una taza y corta con exceso. Lo mismo sucede con el temperamento: cada cual prefiere el opuesto al suyo, y su preferencia es proporcional siempre a la energía de su propio temperamento.
  • Y no es que una persona perfecta en alguna de sus partes ame las imperfecciones contrarias, sino que las soporta con más facilidad que otras las soportarían. Los hijos encuentran en esas cualidades una garantía contra una imperfección más grande. Por ejemplo: una persona muy blanca no sentirá repugnancia por un tinte aceitunado; pero a los ojos de una persona de tez negruzca, un tinte de una blancura deslumbradora le parece divinamente hermoso. Hay casos excepcionales en que un hombre puede prendarse de una mujer decididamente fea. Esto es conforme a nuestra ley de concordancia de los sexos, cuando el conjunto de los defectos e irregularidades físicas de la mujer son exactamente lo opuesto, y por consiguiente, el correctivo de los del hombre. Entonces llega la pasión, por lo general, a un grado extraordinario...
  • La constitución física de dos individuos puede ser tal que, para mejorar el tipo de la especie y devolverle toda su pureza, deba ser uno de esos individuos el complemento del otro.
  • Por la razón opuesta, el puro instinto sexual es un instinto vulgar, porque no se dirige a un individuo único, sino a todos, y sólo trata de conservar la especie por el número nada más y sin preocuparse de la calidad.
  • El espíritu de la especie es el único que de una sola mirada puede ver que valor tienen los amantes para él y cómo le pueden servir para sus fines. Por eso las grandes pasiones suelen nacer a la primera mirada.
  • El genio de la especie separa y anonada sin esfuerzo todas las diferencias de alcurnia, todos los obstáculos, todas las barreras sociales. Disipa, cual una leve arista, todas las instituciones humanas, sin cuidarse más que de las generaciones futuras. Bajo el imperio de un interés amoroso, desaparece todo peligro y hasta el ser más pusilánime encuentra valor.
  • El amor, no sólo está en contradicción con las relaciones sociales, sino que a menudo también lo está con la Naturaleza íntima del individuo, cuando se fija en personas que, fuera de las relaciones sexuales, serían odiadas por su amante, menospreciadas y hasta aborrecidas. Pero la voluntad de la especie tiene tanto poder sobre el individuo, que el amante impone silencio a sus repugnancias y cierra los ojos acerca de los defectos de aquella a quien ama; pasa de ligero por todo, lo desconoce todo y se une para siempre al objeto de su pasión... Sólo así se explica que hombres razonables y hasta distinguidos se enlacen con harpías y se casen con perdidas y no comprendan cómo han podido hacer tal elección.
  • ...puede suceder que un enamorado reconozca con claridad los vicios intolerables de temperamento y de carácter en su prometida, que le presagian una vida tormentosa, y hasta puede ocurrir que sufra por eso amargamente, sin tener valor para renunciar a ella. Esto es porque en el fondo no persigue su propio interés, aun cuando se lo imagine, sino el de un tercer individuo que debe nacer de ese amor.
  • En efecto, la especie en donde arraiga nuestro ser tiene sobre nosotros un derecho anterior y más inmediato que el individuo: sus asuntos son antes que los nuestros. Así lo presintieron los antiguos, cuando personificaron el genio de la especie en Cupido, dios hostil, dios cruel, a pesar de su aire de niño, dios justamente difamado, demonio caprichoso, despótico, y sin embargo, dueño de los dioses y de los hombres. Flechas mortíferas, venda y ala son sus atributos. Las alas indican la inconstancia, séquito habitual de la desilusión que acompaña al deseo satisfecho. En efecto, como la pasión se funda en una ilusión de felicidad personal, en provecho de la especie, una vez pagado a ésta el tributo, al decrecer, la ilusión tiene que disiparse. EL genio de la especie, que había tomado posesión del individuo, le abandona de nuevo a su libertad. Desamparado por él, cae en los estrechos limites de su pobreza, y se asombra al ver que después de tantos esfuerzos sublimes, heroicos e infinitos, no le queda más que una vulgar satisfacción de los sentidos.
  • ...mi metafísica del amor desagradará de seguro a los enamorados que se han dejado coger en el garlito. Si fueran accesibles a la razón, la verdad fundamental que he descubierto les haría capaces más que ninguna otra de dominar su amor.

AFORISMOS - A. SCHOPENHAUER:
  • La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

  • La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.

  • Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.

  • El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.

  • En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.

  • La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.

  • Con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar.

  • Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.

  • Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.

  • La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.

  • El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos.

  • A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.

  • La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida.

  • La arquitectura es una música congelada.

  • No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige.

  • La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.

  • El hombre es en el fondo un animal terrible y cruel. Lo conocemos como ha sido domesticado y educado por lo que conocemos como civilización.

  • La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.

  • Para millones y millones de seres humanos el verdadero infierno es la Tierra.

  • La personalidad del hombre determina por anticipado la medida de su posible fortuna.

  • Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra "desesperado".

  • Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.

  • El que no ama ya esta muerto.

  • Al que todo lo pierde, le queda Dios todavía.

  • Un genio es el que es capaz de ver la idea en el fenómeno.

  • La rebeldía es la virtud original del hombre.

  • Por vida feliz hay que entender siempre "menos desdichada"; es decir, soportable. Y realmente, la vida no se nos ha dado para gozarla, sino para sufrirla, para pagarla.

  • El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.

  • Desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error.

  • Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad.

  • Todo lo que ocurre, desde lo más grande a lo más chico, ocurre necesariamente.

  • El cambio es la única cosa inmutable.

  • En la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos.

  • Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de oscuridad para brillar.

  • Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad.

  • Nadie es realmente digno de envidia.

  • Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.

  • En el fondo de su corazón, las mujeres se imaginan que los hombres han venido al mundo para ganar dinero y las mujeres para gastarlo. Si se ven impedidas de hacerlo mientras vive su marido, se desquitan después de muerto éste.
  • Los hombres son naturalmente indiferentes entre sí; las mujeres son enemigas por naturaleza.




lunes, 4 de julio de 2011

LOU ANDREAS SALOMÉ Y EL FILÓSOFO SOLITARIO



  • "Lo común a los dos es el fundamental rasgo religioso de nuestra naturaleza, el cual quizás ha hecho su irrupción en nosotros con tanta fuerza porque somos incrédulos en el sentido más extremo". (Lou Salomé) 
  •  "Sin duda así ama un amigo al amigo, como yo te amo, ¡vida de enigmas! [...]. ¡Ser durante milenios! ¡Pensar! ¡Estréchame en tus brazos! No puedes regalarme ninguna dicha más. ¡Pues bien, todavía tienes tu pena! (Lou Salomé)
  • "Esta seca, sucia y maloliente mona, con sus falsos pechos. ¡Una fatalidad!" (F. Nietzsche)


Pocas personas resultan tan enigmáticas como Lou Andreas Salomé. Escritora y psicoanalista de renombre, sacudió el corazón de Rilke, Tausk y Freud, entre muchos otros que mientras estuvieron con ella realizaron las más célebres de sus producciones. Con apenas 20 años y por mediación de su amigo Paul Rée conoce a Friedrich Nietzsche. Por ambos siente profunda atracción intelectual y aversión sexual. Rée se suicida en 1901 desolado por no haber logrado el amor de Salomé en el mismo puente donde la había conocido veinte años antes. Nietzsche, en cambio, supera la tragedia sumergiéndose en su gran obra, Así habló Zaratustra.


Nietzsche se enamora de Salomé desde el primer cruce de pupilas y el amor que siente es tan profundo que no le deja ver que ella sólo siente interés por el hombre filósofo.
Nietzsche: "¿Desde qué lejana estrella hemos venido a caer aquí?" 
Lou: "Ignoro de dónde viene usted, pero yo, al menos, vengo de Zurich".

Con la misma rapidez que seis años antes a Mathilde Trampedach, pocos días después hace ya a Lou la primera proposición de matrimonio. La historia es muy complicada, pues el utiliza a su amigo Rée como casamentero, a un Rée que abriga sus propias ambiciones. Lou rechaza, alegando motivos económicos; pero tanto más apasionadamente acoge el plan de formar a tres una especie de grupo de trabajo y estudio, de compartir una vivienda, quizás en Viena o en París [...]. Rechazada la proposición de matrimonio, también Nietzsche se adhirió con gusto a este plan, al que se aferrará durante todo el año.

En el viaje de regreso a Alemania se encontraron a principios de mayo en el lago de Orta, al norte de Italia; finalmente Nietzsche tuvo ocasión de pasearse a solas con Lou. El camino conducía hacia arriba, hacia Monte Sacro; más tarde Nietzsche se acordará de esto como un suceso sagrado, lleno de esperanzas que nunca llegaron, lleno de promesas que nunca se cumplieron. No sabemos lo que sucedió en Monte Sacro, Nietzsche no se manifestó al respecto y Lou lo hizo muy escasamente; más tarde dijo a un amigo: "No recuerdo ya si besé a Nietzsche en Monte Sacro". En cualquier caso Nietzsche se sintio alentado  en Lucerna para hacer su segunda proposición de matrimonio, ahora sin casamentero. Lou, que se siente simultáneamente atraída y repelida por Nietzsche, lo rechaza de nuevo.

Y luego llegó el verano en Tautenburg (Turingia). Lou aceptó la invitación de Nietzsche. Primero había visitado los festivales de Bayreuth, donde frecuentaba la casa de Wagner y conoció a la hermana de Nietzsche. Elisabeth se convirtió en una testigo envidiosa de su éxito social en los salones y en las recepciones. Allí no se hablaba bien del renegado Nietzsche, y Elisabeth encontraba que esta joven rusa habría debido defender enérgicamente a su hermano. Y no lo hizo, sino que, por el contrario, lo traicionó y tomó parte en las calumnias; en todo caso así lo sintió Elisabeth y, sobre todo, así se lo contó después a su hermano. 

Las semanas de Tautenburg fueron felices e intensas, pero hubo instantes en los que Lou notó lo extraño, lo terrible que emanaba de Nietzsche. Dice, por ejemplo: "En alguna profundidad escondida de nuestra esencia nos separan mundos. Nietzsche, a la manera de un viejo castillo, tiene en su esencia algunos calabozos oscuros y ocultas bodegas que pasan desapercibidos en un conocimiento fugaz y, sin embargo, pueden contener lo más auténtico de su persona. Sorprendentemente, hace poco, de golpe pasó con fuerza por mi cabeza el pensamiento de que alguna vez podríamos enfrentarnos como enemigos". Y así será. Nietzsche no quiso notar que Lou no lo amaba tal como él quizás había deseado; confundió la intensidad entre ellos y la dicha especial que Lou sentía en sus conversaciones con la felicidad del amor, que para Lou no estaba aquí en juego. 

Después de Tautenburg, Lou y rée mantuvieron todavía el plan durante cierto tiempo, pero solo para conseguir que Nietzsche se adormeciera sosegadamente. Mientras él se aferraba todavía a la alianza de tres, Lou y Rée habían llevado a la práctica su propósito de vivir juntos en Berlín. Y luego las terribles calumnias que llegan a sus oídos a través de su hermana, y a las que él da fe con tanta mayor firmeza cuanto más tiempo Lou y Rée lo mantienen esperanzado. Arde en su interior por esta triple difamación: la de ser un egoísta, perseguir intenciones sexuales bajo un manto idealista y la de que su obre es producto de un medio loco. Le resulta difícil relegar todo eso al olvido. 

Si el filósofo del martillo no se quitó la vida en aquel instante de tremendo martirio interior es porque la más grande obra del pensamiento del siglo XIX le sirvió de catarsis. Gracias a una carta dirigida a su amigo Paul Rée sabemos el amor que sentía por Salomé y la situación anímica en la que se hallaba: “si no encuentro la piedra filosofal para convertir esta porquería en oro, estoy acabado”. Con la obra de "Zarathustra" logra sacar su vida del despeñadero, al menos por un tiempo. Se olvida para siempre de cualquier otro amor y persevera en soledad. 

De hecho le falta una protección inmunológica, le faltan las "medidas protectoras naturales", por ejemplo, la distracción mediante el contacto usual con otros hombres. El ermitaño es atormentado por su imaginación; cuando más tarde Nietzsche conozca La Tentación de San Antonio, de Flaubert, reconocerá allí lo que significa ser avasallado por el tormento de las propias fantasías. Pero Nietzsche lucha por la voluntad de poder sobre sí mismo; vuelve la sospecha contra las propias suposiciones, y de pronto puede ver todo el tumulto bajo otra luz totalmente distinta. Entonces, tal como escribe el 14 de agosto de 1883, Lou se le presenta de nuevo como "un ser del más alto nivel, y su ausencia será siempre una lástima [...]. La echo de menos, incluso con sus malos atributos".          

Salomé siempre fue una mujer peculiar. Nunca sintió atracción sexual por los hombres con los que estuvo, más bien le interesaba la unión intelectual. Muestra de esta despreocupación por la parte física es saber que permaneció virgen hasta los treinta años. El propio Nietzsche dijo de su amor imposible que padecía atrofia sexual. ¿Pero, por qué se casó con el doctor Friedrich Carl Andreas? No se comprende que vio en un tipo corriente, gris y de nulo atractivo físico. Lo que sí se sabe es que la amenazó con suicidarse si no se casaba con él. La propia Salomé describió en sus escritos la escena: “con ademán pausado, cogió la navaja y se la clavó en el pecho”. Vivieron en matrimonio durante cuarenta y tres años sin consumar y con infidelidades por parte de ella.   

Por su parte Nietzsche nunca más quiso saber de mujeres. En algunas de sus obras incluso se encuentran frases de cierto contenido misógino. Nietzsche jamás superó el rechazo de su eterno amor, como tampoco Salomé olvidó nunca la admiración intelectual que sentía por Nietzsche (no en vano obligó a Freud a empaparse de su filosofía). En 1894 publicó un ensayo sobre el pensamiento del filósofo, Friedrich Nietzsche in seinen werken, en el que lo describe como “un genio religioso enfrentado a la muerte de Dios”.

Lou Andreas Salomé es conocida por las relaciones que mantuvo con determinados gigantes de su época, sin embargo no hay que verla como la recurrente mujer-musa que estuvo detrás de un genio (Rilke, Freud, Nietzsche, Wedekind, Adler…). El mismo Freud, que la introdujo en el psicoanálisis (fue la primera mujer psicoanalista), dijo que era “una mujer de peligrosa inteligencia” y que “era de una modestia y una discreción poco comunes". Nunca hablaba de sus propias producciones poéticas y literarias. Era evidente que sabía donde es preciso buscar los reales valores de la vida. Quien se le acercaba recibía la más intensa impresión de la autenticidad y la armonía de su ser, y también podía comprobar, para su asombro, que todas las debilidades femeninas y quizá la mayoría de las debilidades humanas le eran ajenas, o las había vencido en el curso de su vida”. No en vano se decía entre los grupos intelectuales europeos que quien conocía a Lou Salomé a los 9 meses traía un libro al mundo.   

«¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!»