"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

martes, 30 de septiembre de 2014

STEPHEN HAWKING: "...NO HAY NINGÚN DIOS. SOY ATEO".





Una de las mentes más brillantes de la física teórica se declara ateo. Se trata de Stephen Hawking, quien en algún momento nos dejó columbrar sobre su ateísmo, pero que a pesar de ello, muchos consideraban agnóstico. En esta ocasión, para que ya no quede ninguna duda sobre su postura, dijo claramente: «En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia». Espero que esto calle muchos hocicos detractores (religiosos en su mayoría) que se oponen tozudamente al avance científico. Y que las palabras de Hawking sirvan de precedente para otros científicos; pues así, la iglesia en cualquiera de sus mutaciones (sobre todo la ralea creacionista), nunca más reivindicaría para su rebaño nombres tan importantes como los de Galileo Galilei (víctima de su época), Isaac Newton (víctima de su época), Albert Einstein (ateo y no agnóstico como cree la mayoría), entre otros. Ciencia y religión son incompatibles y no pueden coexistir.

El artículo completo lo pueden leer en el siguiente enlace:

lunes, 15 de septiembre de 2014

NIETZSCHE, EL EDUCADOR


Se ha olvidado que el fin es la educación, la formación y no el Reich, y que para alcanzar ese fin se necesitan educadores, y no profesores de instituto y eruditos de Universidad... Se requieren educadores que estén a su vez educados, espíritus superiores, aristocráticos, que estén a la altura requerida en todo momento y que den prueba de ello cuando hablen y cuando guarden silencio, individuos cultos en un sentido maduro y dulce, y no esos brutos instruidos que ofrecen hoy a la juventud los Institutos y la Universidad, como si fueran «nodrizas superiores».

Lo que realmente consiguen las «escuelas superiores» […] es un adiestramiento brutal para hacer utilizable y aprovechable, en el más breve tiempo posible, a un gran número de jóvenes. «Educación superior» y gran número son dos cosas contradictorias a priori entre sí. Toda educación superior corresponde sólo a las excepciones: hay que ser privilegiado para tener derecho a un privilegio tan elevado. Nada grande ni bello puede ser nunca patrimonio común.

…hoy, nadie es ya libre de dar a sus hijos una educación aristocrática: todas nuestras escuelas «superiores» están organizadas para la mediocridad más equívoca, en su profesorado, en sus planes de estudio, en los objetivos de su enseñanza. Y en todas partes reina una prisa indecorosa, como si el joven llegara tarde a algo cuando no ha «terminado» ya a los veintitrés años, cuando no ha respondido aún a la «pregunta fundamental» de qué profesión desempeñar. Permítaseme decir que a un hombre que pertenece a un tipo superior no le gustan las «profesiones», precisamente porque sabe que tiene una vocación. Dispone de tiempo, no se le ocurre pensar que ha «terminado»; en relación con una cultura elevada, a los treinta años se es un principiante, un niño. Esos Institutos repletos de jóvenes y esos profesores nuestros de Instituto sobrecargados de trabajo y embrutecidos, constituyen un escándalo.

De acuerdo con mi forma de ser, se me induce a afirmar y sólo indirectamente, sólo en contra mía a contradecir y a criticar, voy a señalar ahora las tres tareas para las que se necesitan educadores. Se ha de aprender a ver, se ha de aprender a pensar, y se ha de aprender a hablar y a escribir: el objetivo de estas tres cosas es una cultura aristocrática. Aprender a ver es acostumbrar los ojos a mirar con calma y con paciencia, a dejar que las cosas se acerquen a nosotros; aprender a no formular juicios precipitadamente, a dar vueltas en torno a cada caso concreto hasta llegar a abarcarlo. Lo primero que hay que aprender para alcanzar la intelectualidad es a no responder inmediatamente a un estímulo, sino a controlar los instintos que ponen trabas, que nos aíslan. Aprender a ver, tal y como yo lo entiendo, equivale prácticamente a lo que el lenguaje no filosófico llama voluntad firme, cuyo aspecto esencial es poder negarse a «querer», poder aplazar la decisión. Todo lo no espiritual, todo lo vulgar radica en la incapacidad de oponer resistencia a un estímulo, en el tener que reaccionar, en seguir todo impulso. En muchos casos ese tener que, es ya un síntoma de enfermedad, de decadencia, de agotamiento; casi todo lo que la tosquedad no filosófica llama «vicio» no es más que esa incapacidad fisiológica que impide no reaccionar. 

Una manifestación práctica de haber aprendido a ver consiste en que el que está aprendiendo se habrá ido volviendo lento, desconfiado, reacio. Dejará que lo extraño, lo nuevo se le acerque, manteniendo una calma hostil y tratando de no cogerlo con la mano. Tener todas las puertas abiertas de par en par, inclinarse servilmente ante cualquier hecho insignificante, estar siempre dispuesto a matarse, a lanzarse de un salto dentro de otros hombres y de otras cosas; en suma, la famosa «objetividad» moderna es un signo de mal gusto, algo no aristocrático por excelencia.

Aprender a pensar: en nuestras escuelas ya no se tiene la menor idea de esto. Hoy en las universidades, hasta entre los filósofos verdaderamente eruditos, comienza a caer en desuso la lógica como teoría, como práctica y como oficio.

Freidrich Nietzsche, El Crepúsculo de los Ídolos.