ADVERTENCIA:
Esta compilación, elaborada por mí, sobre el amor en la obra de Schopenhauer (Parerga y Paralipómena), no lo he publicado para las orejas largas ni para los imbéciles que no saben leer, o sólo leen basura como revistas, comics, periódicos, biblias, La Atalaya, etc; y todo aquel que no ve más allá de sus narices.
EL AMOR:
- ...si se observa el papel importante que representa el amor en todos sus grados y en todos sus matices, no sólo en las comedias y novelas, sino también en el mundo real, donde, junto con el amor a la vida, es el más poderoso y el más activo de todos los resortes; si se piensa en que de continuo ocupa las fuerzas de la parte más joven de la humanidad; que es el fin último de casi todo esfuerzo humano; que tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes negocios; que interrumpe a todas horas las ocupaciones más serias; que a veces hace cometer tonterías a los más grandes ingenios; que no tiene escrúpulos en lanzar sus frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y de los trabajos de los sabios; que tiene maña para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los manuscritos de los filósofos, lo cual no le impide ser a diario el promovedor de los asuntos más malos y embrollados; que rompe las relaciones más preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y elige por víctimas ya la vida o la salud, ya la riqueza, la alcurnia o la felicidad; que hace del hombre honrado un hombre sin honor, del fiel un traidor, y que parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo todo, en embrollarlo todo, en destruirlo todo, entonces estamos prontos a exclamar: ¿Por qué tanto ruido? ¿Por qué esos esfuerzos, esos arrebatos, esas ansiedades y esa miseria?...
- Por desinteresada e ideal que pueda parecer la admiración por una persona amada, el objetivo final es, en realidad, la creación de un ser nuevo, determinado en su naturaleza; y lo que lo prueba así, es que el amor no se contenta con un sentimiento recíproco, sino que exige la posesión misma, lo esencial, es decir, el goce físico.
- ...no hay hombre que en primer término no desee con ardor y no prefiera las más hermosas criaturas, porque realizan el tipo más puro de la especie. Después buscará sobre todo las cualidades que le faltan, o a veces las imperfecciones opuestas a las suyas propias, y que le parecerán bellezas. De ahí proviene, por ejemplo, el que las mujeronas gusten a los hombrecillos y que los rubios amen a las morenas, etc.
- Una vez satisfecha su pasión, todo amante experimenta un especial desengaño: se asombra de que el objeto de tantos deseos apasionados no le proporcione más que un placer efímero, seguido de un rápido desencanto.
- ...preciso es considerar que el hombre propende por naturaleza a la inconstancia en el amor, y la mujer a la fidelidad. El amor del hombre disminuye de una manera perceptible a partir del instante en que ha obtenido satisfacción. Parece que cualquiera otra mujer tiene más atractivo que la que posee; aspira al cambio. Por el contrario, el amor de la mujer crece a partir de ese instante. Esto es una consecuencia del objetivo de la Naturaleza, que se encamina al sostén, y por tanto al crecimiento más considerable posible de la especie.
- En efecto, el hombre con facilidad puede engendrar más de cien hijos en un año, si tiene otras tantas mujeres a su disposición; la mujer, por el contrario, aunque tuviese otros tantos varones a su disposición, no podría dar a luz más que un hijo al año, salvo los gemelos. Por eso anda el hombre siempre en busca de otras mujeres, al paso que la mujer permanece fiel a un solo hombre, porque la Naturaleza la impele, por instinto y sin reflexión, a conservar junto a ella a quien debe alimentar y proteger a la futura familia menuda.
- ...la fidelidad en el matrimonio es artificial para el hombre y natural en la mujer, y por consiguiente (a causa de sus consecuencias y por ser contrario a la Naturaleza), el adulterio de la mujer es mucho menos perdonable que el del hombre.
- La necedad no perjudica para con las mujeres. Con frecuencia causa un efecto desfavorable por su desproporción un talento superior o el genio mismo. Así se ve a menudo a un hombre feo, necio y grosero suplantar cerca de las mujeres a un hombre bien formado, ingenioso y amable. Hasta se ven matrimonios por amor entre seres lo más desemejantes posible desde el punto de vista del espíritu; por ejemplo, el hombre brutal, robusto y romo de entendimiento: ella dulce, impresionable, aguda en el pensar, instruida, llena de buen gusto, etc.; o bien el hombre muy sabio, un genio, y ella una gansa... Cada cual ama precisamente lo que le falta... El hombre más viril buscará a la mujer más femenina,y viceversa... cada cual se esfuerza por neutralizar, por medio de la otra persona, sus debilidades, sus imperfecciones y todos los extravíos del tipo normal...
- Cuanto más débil es un hombre desde el punto de vista de la fuerza muscular, más buscará mujeres fuertes, y la mujer obrará lo mismo. Pero como es una ley de la Naturaleza que la mujer tenga una fuerza muscular menor, también está en la Naturaleza el que las mujeres prefieran a los hombres robustos. La estatura es también una consideración importante.
- Hasta en las diversas partes del cuerpo busca cada cual un correctivo a sus defectos, a sus desviaciones, con tanto mayor cuidado cuanto más importante sea la parte. Por ejemplo: las personas de nariz chata contemplan con inexplicable placer una nariz aguileña, un perfil de loro, y así por el estilo. Los hombres de formas escuálidas, de largo esqueleto, admiran a una personilla que cabe bajo una taza y corta con exceso. Lo mismo sucede con el temperamento: cada cual prefiere el opuesto al suyo, y su preferencia es proporcional siempre a la energía de su propio temperamento.
- Y no es que una persona perfecta en alguna de sus partes ame las imperfecciones contrarias, sino que las soporta con más facilidad que otras las soportarían. Los hijos encuentran en esas cualidades una garantía contra una imperfección más grande. Por ejemplo: una persona muy blanca no sentirá repugnancia por un tinte aceitunado; pero a los ojos de una persona de tez negruzca, un tinte de una blancura deslumbradora le parece divinamente hermoso. Hay casos excepcionales en que un hombre puede prendarse de una mujer decididamente fea. Esto es conforme a nuestra ley de concordancia de los sexos, cuando el conjunto de los defectos e irregularidades físicas de la mujer son exactamente lo opuesto, y por consiguiente, el correctivo de los del hombre. Entonces llega la pasión, por lo general, a un grado extraordinario...
- La constitución física de dos individuos puede ser tal que, para mejorar el tipo de la especie y devolverle toda su pureza, deba ser uno de esos individuos el complemento del otro.
- Por la razón opuesta, el puro instinto sexual es un instinto vulgar, porque no se dirige a un individuo único, sino a todos, y sólo trata de conservar la especie por el número nada más y sin preocuparse de la calidad.
- El espíritu de la especie es el único que de una sola mirada puede ver que valor tienen los amantes para él y cómo le pueden servir para sus fines. Por eso las grandes pasiones suelen nacer a la primera mirada.
- El genio de la especie separa y anonada sin esfuerzo todas las diferencias de alcurnia, todos los obstáculos, todas las barreras sociales. Disipa, cual una leve arista, todas las instituciones humanas, sin cuidarse más que de las generaciones futuras. Bajo el imperio de un interés amoroso, desaparece todo peligro y hasta el ser más pusilánime encuentra valor.
- El amor, no sólo está en contradicción con las relaciones sociales, sino que a menudo también lo está con la Naturaleza íntima del individuo, cuando se fija en personas que, fuera de las relaciones sexuales, serían odiadas por su amante, menospreciadas y hasta aborrecidas. Pero la voluntad de la especie tiene tanto poder sobre el individuo, que el amante impone silencio a sus repugnancias y cierra los ojos acerca de los defectos de aquella a quien ama; pasa de ligero por todo, lo desconoce todo y se une para siempre al objeto de su pasión... Sólo así se explica que hombres razonables y hasta distinguidos se enlacen con harpías y se casen con perdidas y no comprendan cómo han podido hacer tal elección.
- ...puede suceder que un enamorado reconozca con claridad los vicios intolerables de temperamento y de carácter en su prometida, que le presagian una vida tormentosa, y hasta puede ocurrir que sufra por eso amargamente, sin tener valor para renunciar a ella. Esto es porque en el fondo no persigue su propio interés, aun cuando se lo imagine, sino el de un tercer individuo que debe nacer de ese amor.
- En efecto, la especie en donde arraiga nuestro ser tiene sobre nosotros un derecho anterior y más inmediato que el individuo: sus asuntos son antes que los nuestros. Así lo presintieron los antiguos, cuando personificaron el genio de la especie en Cupido, dios hostil, dios cruel, a pesar de su aire de niño, dios justamente difamado, demonio caprichoso, despótico, y sin embargo, dueño de los dioses y de los hombres. Flechas mortíferas, venda y ala son sus atributos. Las alas indican la inconstancia, séquito habitual de la desilusión que acompaña al deseo satisfecho. En efecto, como la pasión se funda en una ilusión de felicidad personal, en provecho de la especie, una vez pagado a ésta el tributo, al decrecer, la ilusión tiene que disiparse. EL genio de la especie, que había tomado posesión del individuo, le abandona de nuevo a su libertad. Desamparado por él, cae en los estrechos limites de su pobreza, y se asombra al ver que después de tantos esfuerzos sublimes, heroicos e infinitos, no le queda más que una vulgar satisfacción de los sentidos.
- ...mi metafísica del amor desagradará de seguro a los enamorados que se han dejado coger en el garlito. Si fueran accesibles a la razón, la verdad fundamental que he descubierto les haría capaces más que ninguna otra de dominar su amor.
AFORISMOS - A. SCHOPENHAUER:
- La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.
- La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.
- Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.
- El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.
- En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.
- La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
- Con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar.
- Cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.
- Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.
- La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.
- El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos.
- A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia.
- La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida.
- La arquitectura es una música congelada.
- No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige.
- La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.
- El hombre es en el fondo un animal terrible y cruel. Lo conocemos como ha sido domesticado y educado por lo que conocemos como civilización.
- La cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.
- Para millones y millones de seres humanos el verdadero infierno es la Tierra.
- La personalidad del hombre determina por anticipado la medida de su posible fortuna.
- Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra "desesperado".
- Los hombres vulgares han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.
- El que no ama ya esta muerto.
- Al que todo lo pierde, le queda Dios todavía.
- Un genio es el que es capaz de ver la idea en el fenómeno.
- La rebeldía es la virtud original del hombre.
- Por vida feliz hay que entender siempre "menos desdichada"; es decir, soportable. Y realmente, la vida no se nos ha dado para gozarla, sino para sufrirla, para pagarla.
- El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.
- Desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error.
- Aunque el mundo contiene muchas cosas decididamente malas, la peor de todas ellas es la sociedad.
- Todo lo que ocurre, desde lo más grande a lo más chico, ocurre necesariamente.
- El cambio es la única cosa inmutable.
- En la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos.
- Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de oscuridad para brillar.
- Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad.
- Nadie es realmente digno de envidia.
- Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.
- En el fondo de su corazón, las mujeres se imaginan que los hombres han venido al mundo para ganar dinero y las mujeres para gastarlo. Si se ven impedidas de hacerlo mientras vive su marido, se desquitan después de muerto éste.
- Los hombres son naturalmente indiferentes entre sí; las mujeres son enemigas por naturaleza.
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