"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

lunes, 29 de octubre de 2012

"EL SEÑOR DE LOS MIL YERBAJOS" Y LA VIOLACIÓN DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA Y DE RELIGIÓN



La celebración de procesiones en centros públicos representan un atentado en contra de la libertad religiosa de quienes no comparten estas creencias y una violación desvergonzada del derecho fundamental a la libertad de conciencia de los grupos minoritarios. Estos recorridos, además de obstaculizar el tránsito por largos períodos de tiempo y ensuciar las pistas y veredas,  suponen un “ilícito proselitismo que ejerce presión psicológica” en la mente de las personas, especialmente los niños (esto según la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 25 de mayo de 1993, supone el límite al derecho de difusión o proselitismo de las creencias). El Tribunal europeo de DD.HH. tuvo la intención de evitar el abuso de la hegemonía católica para manipular conciencias ajenas. Yo me pregunto: ¿Qué espera el Tribunal Constitucional peruano para tomar en serio estas cuestiones cuando se las demanda? 

Quiero que sepan que desdeño la actitud pasiva de las autoridades y personal administrativo de las universidades, colegios y municipalidades frente a esta clase de acontecimientos, que vulneran de forma categórica y sistemática los derechos fundamentales de aquellos que profesan una religión distinta de la católica y de aquellos que no aceptan creencia religiosa de ningún tipo. La interrupción y suspensión de clases en los centros educativos no tienen razón de ser, asimismo la paralización de labores en el sector público debido a esta causa.

Lamentablemente "el rebaño católico" siempre ha tenido preeminencia frente a las leyes y tratados internacionales, para no decir nada del desvergonzado apoyo gubernamental que se le otorga.

Manifiesto mi rechazo total frente a esta forma solapada de adoctrinamiento religioso y les recuerdo a los ignorantes que el Estado es de todos los peruanos, sobre todo de quienes pagan impuestos y de quienes no viven parasitariamente a costa del esfuerzo de algunos y de la ignorancia de otros. El estado peruano es laico, según la actual Constitución. Esto se da en teoría, es hora de llevarlo a la práctica.

Personalmente, yo nunca he comprendido el afán de aquellas personas que se entretienen paseando una imagen que representa un cadáver bimilenario, que lo único que trajo a la humanidad fue miseria e ignorancia. Sin embargo, reconozco muy bien que en esos momentos de algarabía, las viejas dejan de chismorrear (aunque no estoy muy seguro) y los hombres aprendeN a agacharse; sin embargo, al día siguiente seguirán siendo los mismos, "la religión convence, pero no persuade a nadie". Lo más probable es que se sientan embargados por la emoción de presumir frente al vecino por tan solemne acto de fe.

Desde niño, he visto con disgusto los actos de fe católica; por ejemplo, siempre prefería cualquier cosa antes que escuchar el sermón del representante de Dios en la tierra. Cuando mi madre me obligaba a asistir a alguna aburrida ceremonia religiosa, mi pequeña venganza consistía en lanzar escupitajos sobre el agua bendita destinada a los feligreses y luego interrumpir el suntuoso ritual, corriendo de aquí para allá. Mi disidencia con la religión judeo-cristiana era tan evidente que, en mi niñez, renuncie al bautismo por propia iniciativa, por lo que jamás fui bautizado. 

Ahora, en el esplendor de la juventud, no puedo condescender con gente religiosa y mucho menos podrán hacerme tragar la chanza de dios en la cruz. El hombre de fe se siente reivindicado por su firme creencia y con bastante aptitud cuando se trata de adoctrinar niños indefensos. Ojalá supieran que su religión heredada no es el alfa y el omega de todas las cosas. Ojalá supieran respetar las diferencias, para luego exigir respeto y reconocimiento. Ojalá no intervinieran en los asuntos de Estado. Ojalá pudiera valerse por sí misma, sin tener la necesidad de recurrir a las limosnas, concesiones y exoneraciones. Ojalá no obstaculizara el avance científico. Ojala no existiera.  


viernes, 26 de octubre de 2012

EL ATEÍSMO REVOLUCIONARIO DE MIJAIL BAKUNIN


Su dios no es el ser vigoroso y potente, el dios brutalmente positivo de la teología. Es un ser nebuloso, diáfano, ilusorio, de tal modo ilusorio que cuando se cree palparle se transforma en Nada; es un milagro, un fuego fatuo que ni calienta ni ilumina. Y sin embargo sostienen y creen que si desapareciese, desaparecería todo con él. Son almas inciertas,enfermizas, desorientadas en la civilización actual, que no pertenecen ni al presente ni al porvenir, pálidos fantasmas eternamente suspendidos entre el cielo y la tierra, y que ocupan entre la política burguesa y el socialismo del proletariado absolutamente la misma posición. No se sienten con fuerza ni para pensar hasta el fin, ni para querer, ni para resolver, y pierden su tiempo y su labor esforzándose siempre por conciliar lo inconciliable... Ninguna discusión con ellos ni contra ellos es posible. Están demasiado enfermos.

No es sólo en interés de las masas, es en el de la salvación de nuestro propio espíritu que debemos esforzarnos en comprender la génesis histórica de la idea de dios, la sucesión de las causas que desarrollaron y produjeron esta idea en la conciencia de los hombres. Podremos decirnos y creernos ateos: en tanto que no hayamos comprendido esas causas, nos dejaremos dominar más o menos por los clamores de esa conciencia universal de que no habremos sorprendido el secreto; y, vista la debilidad natural del individuo aun del más fuerte ante la influencia omnipotente del medio social que lo rodea, corremos siempre el riesgo devolver a caer tarde o temprano, y de una manera o de otra, en el abismo del absurdo religioso. Los ejemplos de esas conversiones vergonzosas son frecuentes en la sociedad actual.

He dicho ya la razón práctica principal del poder ejercido aun hoy por las creencias religiosas sobre las masas. Estas disposiciones místicas no denotan tanto en sí una aberración del espíritu como un profundo descontento del corazón. Es la protesta instintiva y apasionada del ser humano contra las estrecheces, las chaturas, los dolores y las vergüenzas de una existencia miserable. Contra esa enfermedad, he dicho, no hay más que un solo remedio: es la revolución social. 

Todas las religiones, con sus dioses, sus semidioses y sus profetas, sus mesías y sus santos, han sido creadas por la fantasía crédula de los hombres, no llegados aún al pleno desenvolvimiento y a la plena posesión de sus facultades intelectuales; en consecuencia de lo cual, el cielo religioso no es otra cosa que un milagro donde el hombre, exaltado por la ignorancia y la fe, vuelve a encontrar su propia imagen, pero agrandada y trastrocada, es decir, divinizada. La historia de las religiones, la del nacimiento, de la grandeza y de la decadencia de los dioses que se sucedieron en la creencia humana, no es nada más que el desenvolvimiento de la inteligencia y de la conciencia colectiva de los hombres. A medida que, en su marcha históricamente progresiva, descubrían, sea en sí mismos, sea en la naturaleza exterior, una fuerza, una cualidad o un gran defecto cualquiera, lo atribuían a sus dioses, después de haberlos exagerado, ampliado desmesuradamente, como lo hacen de ordinario los niños, por un acto de su fantasía religiosa. Gracias a esa modestia y a esa piadosa generosidad de los hombres creyentes y crédulos, el cielo se ha enriquecido con los despojos de la tierra y, por una consecuencia necesaria, cuanto más rico se volvía el cielo, más miserable se volvía la tierra. Una vez instalada la divinidad, fue proclamada naturalmente la causa, la razón, el árbitro y el dispensador absoluto de todas las cosas: el mundo no fue ya nada, la divinidad lo fue todo; y el hombre, su verdadero creador, después de haberla sacado de la nada sin darse cuenta, se arrodilló ante ella, la adoró y se proclamó su criatura y su esclavo. El cristianismo es, precisamente, la religión por excelencia, porque expone y manifiesta, en su plenitud, la naturaleza, la propia esencia de todo sistema religioso, que es el empobrecimiento, el sometimiento, el aniquilamiento de la humanidad en beneficio de la divinidad.

MIJAIL BAKUNIN - "DIOS Y EL ESTADO"


martes, 17 de julio de 2012


HERÁCLITO, “AMIGO DE LA SOLEDAD Y ENEMIGO DE LA MULTITUD”


HERACLITO, de Éfeso (nac. ca. 544 [fl, según Apolodoro, en la Olimpíada 69, es decir, 504-501] antes de J. C.), era más joven que Pitágoras y que Jenófanes, de quien algunos dicen que recibió algunas influencias.


Algunos autores, que presentan a Heráclito como "el contradictor de Parménides", suponen que por lo menos la actividad del primero fue posterior a la del segundo. Estos autores aproximan Heráclito a Empédocles, aproximación que, de ser cierto, sería, como indica José Gaos (Orígenes de la filosofía y de su historia, 1960, pág. 97), "notable e importante para la Historia de la filosofía griega". Gaos indica que la suposición de que Heráclito es "posterior a Parménides" es "la posición en la contemporánea filología e Historia de la filosofía".


Sin embargo, muchos autores sostienen que tal posición es insostenible o cuando menos altamente improbable.


Estos últimos autores nos parecen proporcionar más sólidos datos y argumentos que los primeros.


Amigo de la soledad, y enemigo de la multitud —del "rebaño" de los ciudadanos que expulsaron a Hermodoro, "el mejor de todos", Heráclito pareció querer expresar su pensamiento sólo para los "pocos". Su estilo de pensar es el de un oráculo; recibió por ello el sobrenombre de "el oscuro", σκοτεινός. Teofrasto habló de la μελαγχολία de Heráclito, por la cual no hay que entender "melancolía" en el sentido actual, sino "impulsividad". Diógenes Laercio atribuye a Heráclito una obra titulada De la Naturaleza —título usado asimismo en relación con otros presocráticos —, la cual se dividía en tres partes: "Sobre el universo", "Sobre la política", "Sobre la teología", pero es dudoso que, si Heráclito escribió semejante obra, estuviese dividida de ese modo; más probable es que la división en cuestión procediera de una compilación alejandrina que hubiera usado la división estoica de la filosofía en tres partes. En todo caso, lo que nos han llegado de Heráclito son "fragmentos" cuyas fuentes se hallan en citas, referencias y comentarios debidos a varios autores (de los que citamos a Sexto el Empírico, San Clemente, Diógenes Laercio, Hipólito, Jámblico, Plotino, Plutarco, Porfirio, Estobeo, Teofrasto, y —los más conocidos, aunque no en este caso más de fiar— Platón y Aristóteles).


Muchos de estos "fragmentos" parecen "completos", de tal suerte que el propio estilo de Heráclito da la impresión de ser "fragmentario" — o, quizás mejor, "lapidario". Ejemplos de tales "fragmentos" se hallan en la exposición de la doctrina de Heráclito que ofreceremos. Nos basamos en el contenido de la sección Β ("Fragmente") en la edición de Diels-Kranz; aunque algunos de ellos son considerados hoy dudosos y, por otro lado, haya que agregar como "fragmentos" textos que Diels-Kranz no introdujeron en dicha sección, bastan para nuestro propósito.


Se ha discutido mucho sobre la autenticidad de los textos, sobre la ordenación de los "fragmentos" y sobre la interpretación a dar a cada uno de ellos. No podemos hacer estado aquí de esas discusiones, pero ofreceremos nuestra exposición teniendo en cuenta algunos de los resultados que estimamos más razonables y sólidos.


La exposición abarca cuatro aspectos: (a) la cuestión del saber; (b) el problema del cambio; (c) la noción de oposición (y de conflicto) y (d) la idea de unidad, orden y ley. No pretendemos que Heráclito mismo hubiese seguido este esquema, pero creemos que el mismo ayuda a comprender mejor sus doctrinas. Durante un tiempo (y especialmente por la influencia de Platón y en parte de Aristóteles; y, en la época moderna, seguramente de Hegel, de Lasalle y otros autores) se insistió en considerar a Heráclito como "el filósofo del cambio (o del devenir)" frente a Parménides, llamado "filósofo de la inmovilidad (o del ser)". En nuestra exposición no negamos este aspecto en el pensamiento de Heráclito, pero no lo consideramos exclusivo.


a) Heráclito proclama que una cosa es saber mucho y otra poseer entendimiento; si lo primero implicara lo segundo habría enseñado a Hesíodo, Pitágoras, Jenófanes y Hecateo a poseer entendimiento. Ni Homero ni Arquíloco merecen confianza.


Lo importante para Heráclito es un saber de lo esencial: "Lo sabio es uno: conocer con verdadero juicio de qué modo las cosas se encaminan a través de todo". Cierto que estos fragmentos se hallan en conflicto con el fragmento 35…, pero este último fragmento parece menos importante comparado con la insistencia de Heráclito en que "lo sabio es uno". Un conflicto semejante se halla entre el fragmento "Prefiero las cosas en las que hay que ver y oír y percibir" y fragmentos como los siguientes: "Los ojos y oídos son malos testigos para los hombres cuando no tienen almas para entender su lenguaje"; "Cuando su visión se oscurece un hombre prende para sí mismo una luz; ser viviente, cuando está dormido entra en contacto con los muertos, y cuando despierta entra en contacto con los dormidos"; "El Señor, cuyo origen se halla en Delfos, ni habla ni disimula, sino que da una señal" [en español podría decirse: "significa"]. Pero este conflicto puede ser aparente; el ver y oír y percibir pueden ser un ver, oír y percibir mediante el entendimiento. En todo caso, Heráclito parece fundar el saber en una especie de "atención al Logos": "...aunque el Logos es común, muchos viven como si tuvieran un entendimiento privado". Saber es saber de lo Uno por medio del Logos.


 b. Este saber da un primer resultado: la conciencia de que todo es flúido y está en perpetuo movimiento.


Platón escribe: "Heráclito dice que todas las cosas fluyen, y que nada permanece quieto, y comparando las cosas existentes a la corriente de un río dice que nadie puede sumergirse en él dos veces". Esta frase de Platón ha condicionado en gran parte la idea de Heráclito como "el filósofo del devenir".


No es fácil saber si, como apunta Aristóteles fue Cratilo el que dio esta idea a Platón.


Así, si no Heráclito, por lo menos los "heracliteanos" subrayaban el "todo fluye". Al referirse a esta interpretación de Heráclito, escribe Aristóteles: "Y algunos dicen que no hay cosas existentes que se mueven y otras no se mueven, sino que todas las cosas se mueven constantemente."


Lo cual —añade— "escapa a nuestra percepción". Pero aunque se rechace esta interpretación de Heráclito como parcial no parece fácil excluir de la doctrina de Heráclito las tan repetidas frases: "Sobre los que se sumergen en los mismos ríos fluyen siempre distintas aguas" y "El Sol es nuevo cada día". Lo que puede hacerse es subsumir la doctrina heracliteana del cambio perpetuo de todas las cosas en un conjunto más amplio. Por lo pronto, en la noción de oposición.


c. Diversos son los fragmentos de Heráclito en los que se subraya la idea de oposición y conflicto. "Los mortales son inmortales; los inmortales son mortales, pues que viven su muerte y mueren su vida". "Y lo mismo existe en nosotros como vivo y muerto, como despierto y dormido, como joven y viejo; pues lo último [muerto, viejo, dormido] es, tras haber cambiado, lo primero [vivo, despierto, joven], y lo primero es, tras haber cambiado, lo segundo". En vista de estos y otros textos similares se llegó a decir que para Heráclito "la misma cosa es y no es".


 Ahora bien, aunque Heráclito parece complacerse en la contraposición, no se trata tanto de contradicciones como de contrastes. Además, estos contrastes ofrecen dos características. Por un lado, se trata de predicados que se contraponen cuando se aplican a dos distintos sujetos: "El mar es el agua más pura y más impura: para los peces, es potable y saludable, mas para los hombres es impotable y venenosa". No hay, pues, aquí propiamente contradicción, pues no se dice que el agua sea pura e impura en el mismo respecto. Cuando Heráclito escribe que "la guerra es el padre y el rey de todo, y a algunos aparece como dioses, a otros como hombres; a algunos hace esclavos y a otros libres" no afirma que aparezca de modo opuesto a los mismos seres.


Por otro lado, el contraste se manifiesta como un doble camino. "El camino ascendente y descendente es el mismo": es el mismo camino en dos posibles direcciones que se encuentran.


El lugar donde se encuentran los opuestos es su fundamento. Pues muchos "no comprenden cómo lo diverso concuerda consigo mismo; armonía de lo antagónico como en el arco y la lira". Cierto que Heráclito acumula contrastes: "Las cosas en conjunto son un todo y no lo son; son algo junto y separado; son lo que está a tono y fuera de tono; de todas las cosas emerge una unidad, y de la unidad todas las cosas". Además, parece seguir en ello un modelo cuyo esquema es, como ha indicado Hans Leisegang, ABBA. Pero en el fondo de los contrastes late el orden y la unidad.


 d. Este orden y unidad son en parte cosa de justicia: "El sol no traspasará sus límites, pues de lo contrario las Erinias que administran justicia lo perseguirían". Son también, y sobre todo, consecuencia de la universalidad del Logos: "Oyéndome no a mí, sino al Logos, es sabio acordar que todo es uno" [que "todas las cosas son homologas"]. Pues "...todo sucede de acuerdo con ese Logos..." que, según Heráclito, los hombres no comprenden ni antes ni después de oír hablar de él. Los contrastes deben arraigar en una ley. De este modo no sólo quedan ordenados los contrastes, sino también, y muy especialmente, el cambio. Todo fluye y cambia, pero no de cualquier modo. Cambia según un orden, que puede compararse con el fuego por cuanto es a la vez lo inestable y lo permanente o, mejor dicho, lo inestable en lo permanente. Y por eso dice Heráclito en uno de los fragmentos que consideramos más reveladores de su doctrina, que "este cosmos [el mismo para todos] no fue hecho por dioses o por hombres, sino que siempre fue, y es, y será, al modo de un fuego eternamente viviente, que se enciende con medida y se extingue con medida. La realidad puede describirse metafóricamente como una pulsación o serie de pulsaciones regidas por una ley y por un Logos.


 Algunos fragmentos que se le adjudican:

-          «El sol es nuevo cada día».

-          Aunque esta razón existe siempre, los hombres se tornan incapaces de comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aun cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con palabras y acciones tales como las que yo describo, cuando distingo cada una según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les pasan inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen”.

-          «En vano se purifican manchándose con sangre, como si alguien, tras sumergirse en el fango, con fango se limpiara: parecería haber enloquecido, si alguno de los hombres advirtiera de qué modo obra. Y hacen sus plegarias a ídolos, tal como si alguien se pusiera a conversar con casas, sin saber qué pueden ser dioses ni héroes».

-          «Los asnos preferirían desperdicios antes que oro».

-          «Los cerdos se regocijan más en el cieno que en agua limpia».

-          Es de perros ladrar a quien no se conoce”.

-          «Los mejores escogen una cosa en lugar de todas: gloria perpetua en lugar de cosas mortales; pero la mayoría es saciada como el ganado».

-          «Este mundo, el mismo para todos, ninguno de los dioses ni de los hombres lo ha hecho, sino que existió siempre, existe y existirá en tanto fuego siempre vivo, encendiéndose con medida y con medida apagándose».

-          «Incapaces de comprender tras escuchar, se asemejan a sordos; de ellos da testimonio el proverbio: aunque estén presentes, están ausentes».

-          «El camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo».

-          «Es fatiga esforzarse para otros y ser mandado».

-          «Un hombre estúpido suele excitarse con cualquier palabra».

-          «Cuando el hombre se embriaga, se tambalea y es conducido por un niño impúber, sin atender por dónde va, al tener su alma húmeda».

miércoles, 13 de junio de 2012

UN IDEALISMO DE EXCEPCIÓN, POR JOSÉ INGENIEROS



Un ideal no es una fórmula muerta, sino una hipótesis perfectible... 


Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entudiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinados contra los dogmáticos. Son alguien o algo contra los que no son nadie ni nada. Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos: pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor.



Todo ideal es [...] un afán de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos más audaces a la ignorancia, madrastra de obstinadas rutinas.



Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social pretenden amalgamar a los individuos, decapitándolos; detestan las diferencias, aborrecen las excepciones, anatematizan al que se aparta en busca de su propia personalidad. El original, el imaginativo, el creador no teme sus odios: los desafía, aun sabiéndolos terribles porque son irresponsables. Por eso todo idealista es una viviente afirmación de individualismo, aunque persiga una quimera social: puede vivir para los demás, nunca de los demás. Su independencia es una reacción hostil a todos los dogmáticos... En sus ideales cifran su ventura suprema y su perpetua desdicha. En ellos caldean su pasión que anima su fe; ésta al estrellarse contra la realidad social, puede parecer desprecio, aislamiento, misantropía; la clásica "torre de marfil" reprochada a cuantos se erizan al contacto de los obtusos...

José Ingenieros - "El Hombre Mediocre"