- "He buscado siempre la vida solitaria (los ríos, las camiñas y los bosques lo saben), para huir de esos ingenios deformes y miopes que han perdido el camino del cielo" Francesco Petrarca
Todos los miserables muestran una sociabilidad que causa lástima; en cambio, se conoce que un hombre es más noble cuando no halla distracción alguna con los demás, cuando prefiere más y más el aislamiento de su sociedad y adquiere con la edad insensiblemente la convicción de que, salvas raras excepciones, hay que escoger en el mundo entre la soledad y la vulgaridad. Ésta máxima, por dura que parezca, ha sido expresada por Ángel Silesio, a pesar de toda su caridad y ternura cristiana: "La soledad es penosa, sin embargo, si desechas la vulgaridad, podrás vivir en un desierto." En lo que concierne a los talentos eminentes, es muy natural que estos verdaderos educadores de todo género humano sientan también tan poca inclinación de ponerse en comunicación frecuente con los demás como pueda sentirse el pedagogo de mezclarse en los bulliciosos juegos del tropel de chicos que le rodea, porque han nacido para guíar a los demás hombres hacia la verdad sobre el océano de sus errores, para desviarles del abismo de su grosería y de su vulgaridad, para elevarles a la luz de la civilización y el perfeccionamiento, deben, es verdad, vivir entre ellos, pero sin pertenecerles realmente, se sienten, por consiguiente, desde su juventud criaturas sensiblemente diferentes; pero la convicción muy distinta en este punto sólo llega a ellos insensiblemente, a medida en que avanzan en edad; entonces cuidan de añadir la distancia física a la distancia intelectual que les separa del resto de los hombres y velan porque nadie, a menos que sea una excepción de la vulgaridad general, se les acerque demasiado.
Resulta de esto que el amor a la soledad no aparece directamente y en el estado de instinto primitivo, sino que se desarrolla indirectamente, en particular en los espíritus distinguidos, y progresivamente, no sin tener que dominar el instinto natural de la sociabilidad y aun que combatir a veces alguna sugestión mefistofélica:
- "Deja de jugar con tu pesar que, semejante a un buitre, te roe la existencia; la peor compañía te hace sentir que eres un hombre con los hombres"
La soledad es el patrimonio de los espíritus superiores; les entristecerá a veces, pero la escogerán siempre como el menor de los males. Sin embargo, con los progresos de la edad, el sapere ande se hace cada vez más fácil y natural; a los sesenta años la inclinación a la soledad llega a ser completamente natural, casi instintiva. En efecto todo se reúne para favorecerla. Los resortes que empujan más enérgicamente a la sociabilidad, a saber el amor a las mujeres y el instinto sexual, no obran ya entonces; la desaparición del sexo hace aún nacer en el viejo cierta capacidad de bastarse a sí mismo, que poco a poco absorbe completamente al instinto social. Se despierta de sueños, decepciones y locuras; no hay ya planes ni proyectos que formar; la generación a que se pertenece realmente no existe; rodeada de una raza extraña, se halla el viejo objetiva y esencialmente aislado. Con esto se ha acelerado el vuelo del tiempo, y se le quisiera emplear aún intelectualmente. Porque, en este momento, con tal que la cabeza haya conservado sus fuerzas, los estudios de toda clase se han hecho más fáciles y más interesantes por la gran suma de conocimientos y experiencia adquirida, por la meditación, progresivamente más profunda de toda idea, así como la gran aptitud para el ejercicio de todas las facultades intelectuales. Se ve claro en infinitas cosas que antes estaban sumidas en inmensa niebla; se obtiene resultados y se siente enteramente la propia superioridad. Al cabo de una larga experiencia se ha dejado de esperar gran cosa de los hombres, puesto que a lo sumo no ganan con ser conocidos de cerca; se sabe más bien, salvo raras excepciones que no se encontrarán en la naturaleza humana sino ejemplares muy defectuosos y a los cuales vale más no tocar. No se está ya expuesto a las ilusiones ordinarias, se ve muy pronto lo que cada hombre vale, y rara vez se desea entrar en relación más íntima con él. En fin, cuando, sobre todo, se reconoce en la soledad una amiga de la juventud, el hábito del aislamiento y del comercio consigo mismo se ha implantado, y es entonces una segunda naturaleza. Así el amor a la soledad, esa cualidad que ha sido preciso conquistar en lucha contra el instinto de sociabilidad, es en adelante natural y simple; se está a gusto con la soledad como el pez en el agua. Así todo hombre superior que tiene una individualidad que no es semejante a la de los demás, y que, por consiguiente, ocupa un lugar único, se sentirá aliviado en su vejez por esta posición enteramente aislada, aunque haya podido ser por ella agobiado en su juventud.
Ciertamente cada cual no poseerá su parte de este privilegio real de la edad sino en la medida de sus fuerzas intelectuales; el talento eminente le adquirirá , pues, antes que todos los demás; pero, en menor grado, todos llegarán a adquirirle. Solamente las naturalezas más pobres y las más vulgares serán en la senectud tan sociables como antes.
- "Todo el mundo sabe que se aligeran los males soportándolos en común; entre estos males parece que los hombres cuentan el aburrimiento y por esto se agrupan a fin de aburrirse juntos. Así como el amor a la vida no es en el fondo el temor a la muerte, así el instinto social de los hombres no es un sentimiento directo, es decir, no descansa sobre el amor a la sociedad, sino sobre el temor a la soledad, porque no es que se busca la bienhechora presencia de los demás; se huye más bien de la avidez y desolación del aislamiento, así como la monotonía de la propia conciencia; para huir de la soledad toda compañía es buena, aun la mala, y cada cual se somete con gusto a la fatiga y a la coacción que toda sociedad lleva necesariamente consigo. Pero cuando el disgusto de todo esto lleva la delantera ; cuando, como consecuencia, se está a la soledad y endurecido contra la impresión primera que produce, de tal modo que no se experimente esos efectos que ya hemos descrito antes, entonces se puede fácilmente permanecer siempre solo, no se suspirará ya más por el mundo, precisamente porque no es ya una necesidad directa y porque se está acostumbrado a la soledad y a sus propiedades bienhechoras" A. Schopenhauer.
Comentario:
Después de esta gran exposición de ideas del filósofo solitario por excelencia, Arthur Schopenhauer, debo señalar que no sólo los filósofos ubérrimos de la historia privilegian la soledad, sino también las "sagradas escrituras", que aconseja no sólo respecto de la soledad sino que se aventura también a aconsejar respecto a la sexualidad, enlazándolas equivocadamente. Para cerciorarse de mis afirmaciones pregúntenle a cualquier asceta cristiano sobre la unión mística con dios, aunque ya no existen ese tipo de ejemplares, sin embargo pueden encontrarlos en la historia o también en el budismo, en la realización del nirvana.
1 CORINTIOS 7; 32, 33, 34, 39 y 40.
- 7; 32 Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del señor, de cómo agradar al señor;
- 7; 33 pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer.
- 7; 34 Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
- 7;39 La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el señor.
- 7; 40 Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así y pienso que también yo tengo el espíritu de dios.
Parerga y Paralipómena - Aforismos sobre la sabiduría en la vida de Arthur Schopenhauer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario