
Reflexionar sobre el impacto, casi
siempre, nefasto que tienen los medios de comunicación sobre la
formación del individuo, debería ser un asunto de primer orden. Sin
embargo, cuando se plantean propuestas de solución a este problema, las
mayorías ensoberbecidas siempre apelan a la libertad de expresión como
derecho fundamental e inalienable, impidiendo de este modo, la
posibilidad de regularizar cierta clase de información que,
inevitablemente, resultará nociva para la sociedad en general. Si
echamos un vistazo a la televisión nacional del Perú, podremos apreciar
que el 90% está conformado por televisión basura. Los programas
culturales e informativos serios, van desapareciendo progresivamente y
las tentativas de hacer televisión cultural fracasan casi de inmediato.
Sartori decía al respecto: “No podría describir mejor al vídeo-niño, es
decir, el niño que ha crecido ante un televisor. ¿Este niño se convierte
algún día en adulto? Naturalmente que sí, a la fuerza. Pero se trata
siempre de un adulto sordo de por vida a los estímulos de la lectura y
del saber transmitidos por la cultura escrita. Los estímulos ante los
cuales responde cuando es adulto son casi exclusivamente audiovisuales.
Por tanto, el vídeo-niño no crece mucho más. A los treinta años es un
adulto empobrecido, educado por el mensaje: «la cultura, qué rollazo»,
de Ambra Angiolini (l’enfantprodige que animaba las vacaciones
televisivas), es, pues, un adulto marcado durante toda su vida por una
atrofia cultural".
Si lo que he planteado líneas arriba parece
terrible, más monstruoso es aún, lo que internet está ocasionando en la
vida de las personas, sobre todo, en las nuevas generaciones. Resulta
penoso asimilar la enorme cantidad de fracasados que nos sucederán.
Pareciera que el futuro de nuestro país y del mundo estará plagado de
mentes mediocres que pasarán la mayor parte de sus vidas interconectadas
entre sí, ahogados por los innumerables estímulos multicolores de
internet. Es cierto que las bondades de internet son muchísimas, pero
estas pasarán inadvertidas si los receptores son sujetos indiferentes de
la cultura y el aprendizaje.
Por lo expuesto, creo necesario
compartir la reflexión sobre la cultura hecha por Sartori: “…cultura es
además sinónimo de «saber»: una persona culta es una persona que sabe,
que ha hecho buenas lecturas o que, en todo caso, está bien informada.
En esta acepción restringida y apreciativa, la cultura es de los
«cultos», no de los ignorantes. Y éste es el sentido que nos permite
hablar (sin contradicciones) de una «cultura de la incultura» y asimismo
de atrofia y pobreza cultural".
La alienación del hombre se
hace cada vez más patente. Hoy en día los individuos no se pertenecen,
se transfiguran constantemente; comparten memes y emoticons para
expresar sus pensamientos y emociones; pasan horas frente a una pantalla
(de un ordenador o smartphone) chateando con la boca abierta y el culo
pegado al asiento; el mundo multimedia los engulle por días, meses,
años... De por vida. Convierten una parte accesoria y dispensable
en un modo de existencia vegetativa, ignorantes de sí propios se yerguen
y proclaman: ¡somos el ganado multimedia y qué!
Estos cerebros
atrofiados son descritos, de forma precisa, por Furio Colombo: “La
paideia del vídeo hará pasar a Internet a analfabetos culturales que
rápidamente olvidarán lo poco que aprendieron en la escuela y, por
tanto, analfabetos culturales que matarán su tiempo libre en Internet,
en compañía de «almas gemelas» deportivas, eróticas, o de pequeños
hobbies. Para este tipo de usuario, Internet es sobre todo un terrific
way to waste time, un espléndido modo de perder el tiempo, invirtiéndolo
en futilidades. Se pensará que esto no tiene nada de malo. Es verdad,
pero tampoco hay nada bueno. Y, por supuesto, no representa progreso
alguno, sino todo lo contrario […]. Para los excluidos queda el juego
interactivo [...] para llenar un inmenso tiempo libre”.
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