"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

viernes, 28 de marzo de 2014

EL INTELECTUAL VISTO POR DENTRO


La mayoría de los Intelectuales fueron criaturas inteligentes durante su infancia; quizá sus progenitores lo son tanto, más o menos que ellos, pero en cualquier caso supieron abonar el campo cerebral de su retoño entregándole más oportunidades de conocimiento que abrazos y caricias. Los pequeños Intelectuales reparten una admiración proporcional entre sus padres y les premian aportando algo a cambio: las mejores calificaciones escolares, las más agudas reflexiones, y en algunos casos se transforman en compañero pensador de los adultos que le circundan. Los congéneres menudos, en cambio, suelen constituir una molesta y ruidosa servidumbre de paso de la que conviene mantenerse a una prudencial distancia. El niño Intelectual intenta, de este modo, mantener relaciones de igualdad con los más eruditos y con los que poseen más experiencia que él, para aprender de ellos y labrarse un campo propio de conocimientos, un almacén de ideas personal tan valioso que impele a protegerlo evitando la intromisión ajena. Su lema es «Deja mi espacio hasta que yo te invite, y yo dejaré el tuyo mientras no me invites». Los Intelectuales evolucionan considerando que es más interesante reflexionar que sentir, las emociones son llamativas en tanto puedan ser domesticables, de lo contrario, es mejor no dedicarles demasiada energía. Sentir es, muchas veces, sinónimo de sufrir, por eso, cuanto más sepa, cuanto más conozca, menos ocasiones tendrá el dolor de hacerse su dueño; los Intelectuales son defensores de la «máscara que oculta las profundas emociones», según declaraciones del escritor Yukio Mishima, quien en sus novelas (de gran componente autobiográfico) publicita cuánto conviene «mostrarse lo más enigmático posible, incluso ante [la propia] madre». La independencia, la autonomía, el control mental, el aumento de sabidurías que permitan desenmascarar lo desconocido, se convierten en su tesoro favorito; se tumba en la hierba «buscando algo absolutamente definitivo», no hay horizonte que no pueda ser descubierto, invadido, conocido, pasea por los jardines del mundo, exhaustivamente, para no perderse ninguna flor. Los Intelectuales se enamoran de las ideas más que de las personas porque el amor, ya se sabe, es una fuerza indómita e inabordable para un cerebro pensante: «Tu desfachatez conmigo me obliga a escribirte esta carta [insultante] [...]. Me has obsequiado con enigmas sin sentido», escribe de nuevo Mishima, esta vez dirigiéndose a la mujer que le amaba sin haberse molestado en consultarle sobre el asunto. Como Mishima, los Intelectuales tienden a «cerrar el corazón ante el sol naciente, por temor a que un rayo suelto pudiera penetrarlo». Las emociones y las pasiones son importantes en tanto en cuanto puedan ser objeto de estudio y de erudición; pero, desde luego, más vale zafarse de ellas si alcanzan una fuerza superior y te convulsionan el alma, colocándote a su merced, esclavizándote a su capricho. Sus familiares, las personas, el mundo, resultan fascinantes y necesarios siempre que puedan contemplarse, y sobre todo, escrutarse, desde una prudencial distancia, con estilo cognitivo. Para los Intelectuales, la vida se compartimenta en dos campos: el interior y el exterior, sujetos y objetos, lo desconocido y lo descubierto, lo peligroso y lo seguro, lo luminoso y lo oscuro. «La vasija, de madera de ciprés, [llena de agua], era una frontera donde terminaba este mundo y empezaba otro. [...] La vasija expresaba por fuera el yo exterior, y el agua expresa el yo más íntimo», vuelve a la carga Mishima, y continúa expresando que en aquella agua se había hundido su alma igual que si fuese un rayo de luna o una mariposa de oro atrapada en las redes del misterio.
En sus correrías por los vericuetos del saber, los Intelectuales pueden llegar a convertirse en los mejores especialistas sobre un tema determinado, ya sea académico o de corte artístico (antigüedades, sellos, libros, música). Es posible que no otorguen importancia alguna a los horarios para comer, a la adecuación en el vestir, pero tienden a poseer colecciones realmente impresionantes, ya sea de libros, discos, películas, manuscritos o cualquier otro objeto fruto de su interés y propulsor de su sapiencia. Los Intelectuales convierten a la ciencia su amante favorita, en cambio se muestran precavidos con los amantes de carne y hueso; apenas logran la pasión carnal sin aderezar el éxtasis con pensamiento, intentando desmigar la causa y razón de cada sacudida con el fin de, quizá, mejorar la cualidad en futuras ocasiones. En sus momentos cumbres, los Intelectuales son visionarios, intrépidos descubridores que aportan luz y progreso al mundo. Sabiendo que la cognición humana es limitada, temen por encima de cualquier cosa la pérdida de capacidad intelectual, la estrechez de sabiduría a la hora de comprender la vida con objetividad. A ello dedican su tiempo y energía; en cambio la ropa, el aseo y, en fin, las comodidades que facilitan la existencia, constituyen un pasatiempo superficial y, acaso, secundario. Para seducir a un Intelectual es conveniente aceptar que es y será el rey de la independencia, un llanero solitario en la aventura del saber. Como contrapartida aportará fidelidad férrea; para él o ella, las relaciones humanas son demasiado complicadas y, una vez se instala en una, maneja la convivencia con cortesía [...], siempre que el compañero sentimental tenga la decencia de respetar su espacio, no le sofoque con riadas sentimentales y, a ser posible, también asuma la responsabilidad de todos los pequeños y superficiales asuntos que procuran algo de confort a la vida de pareja.

RESUMEN DEL INTELECTUAL

¿Qué ofrece?

Conocimiento, sabiduría, independencia, seguridad.

¿A quién?

A cualquier persona con inquietudes de aprendizaje.

¿Cómo lo hace?

— Lanza señales equívocas, donde anuncia que el acercamiento será bienvenido..., siempre y cuando el otro tenga algo interesante que ofrecer: «Demuéstrame que vales la pena».
— Habilidad para retrasar la satisfacción propia y ajena.
— Demuestra su independencia y lo poco que necesita al otro; pero está dispuesto a compartir su tiempo y energía si el otro tiene algo que aportar.
— Extraordinariamente selectivo.
— Demostración de que su compañía, su sabiduría, es un premio selecto, inalcanzable para la mayoría de las personas.

Motivaciones: saber, aprender, conocer, pensar, investigar.

Expectativas de los seducidos: estimulación intelectual. Sentirse protegidos por alguien que sabe más, que conoce mejor y que, por tanto, es «más coherente y más fuerte» a la hora de afrontar la vida.


Claves para conquistar a un Intelectual: respetar su necesidad de espacio y soledad, porque si algo teme el Intelectual, es la sensación de dependencia y las intromisiones. Valorar su amor por el «vive y deja vivir». No abrumarle con exigencias emocionales, ser conciso en las peticiones, en la explicación de tus intereses. Facilitarle la posibilidad de expresar sus sentimientos en un momento concreto, en tiempo presente.

Alejandra Vallejo Nágera



jueves, 27 de marzo de 2014

JESÚS NO TE AMA, JESÚS NO EXISTIÓ



Es un hecho curioso que los componentes más antiguos del llamado Nuevo Testamento, las cartas que se cree que fueron escritas por un tal Saulo/Pablo, no hacen casi referencia a ningún dato biográfico de Jesús. Ni Belén ni Nazaret se mencionan en estos documentos de la religión cristiana. Sólo en el último libro de los Hechos de los apóstoles se afirma que Saulo (Pablo) tuvo una entrevista «con Jesús de Nazaret». Curiosamente, el documento más tardío es el más detallado en cuanto a la historia de Jesús.
No hay ninguna evidencia convincente que nos haga suponer que cualquiera de los evangelios supervivientes haya sido escrito por testigos oculares. De hecho, el estudio de los evangelios muestra de forma bastante concluyente que no lo fueron. Por ejemplo, los autores de los Evangelios de Mateo y Lucas incorporan casi todo el texto griego del Evangelio de Marcos, agregando dichos tomados incluso de otro documento (el llamado «Documento Q»), y generalmente hacen los milagros relatados por Marcos aún más milagrosos. Si «Mateo» y «Lucas» hubiesen sido testigos oculares, habrían escrito sus propios relatos, sin el recurso del plagio.

El Evangelio de Marcos, el más antiguo de la serie oficial de cuatro, contiene errores geográficos y consuetudinarios que no habrían sido cometidos por un testigo ocular. El Evangelio de Juan, el último de la serie, es muy tardío y demasiado etéreo para ser tomado como un relato biográfico, fuera testigo ocular o no. No hay nada en los Evangelios que nos haga tomarlos en serio desde un punto de vista biográfico: no hay una buena razón para tomarlos como otra cosa que no sea antiguos ejemplos del arte de la ficción.

Si la historicidad de Jesús no puede apoyarse en los escritos del Nuevo Testamento, ¿qué esperar de los recursos extrabíblicos? ¿Algún historiador griego, romano o judío observó su carrera y escribió sobre ello? Ni uno.

Aunque Josefo, Tácito, Suetonio y otros autores antiguos son a menudo citados como evidencias de un Jesús histórico, es evidente que sus relatos (aún si se pudieran probar como auténticos) se derivan de fuentes preexistentes, no originales. Josefo, el más antiguo de estos historiadores, nació por lo menos ¡cinco años después de la presunta fecha de la crucifixión! No hay testigos oculares. Además, los antiguos relatos no-cristianos de Jesús fueron escritos por la misma época, cuando el cristianismo ya era un delirio próspero, por lo que podemos tomar a nuestros autores paganos sólo como testigos del estado al que las tradiciones cristianas habían evolucionado en sus respectivas épocas, no como los testigos de un Jesús de Nazaret histórico.

Fuente: FRANK R. ZINDLER - "The Probing Mind" (La mente indagadora)



sábado, 22 de marzo de 2014

LA VIDA SEXUAL DEL CLERO, POR PEPE RODRIGUEZ



«Angustiado estoy por ti, ¡oh Jonatán, hermano mío! Me eras carísimo. Y tu amor era para mí dulcísimo, más que el amor de las mujeres». Elegía del rey David por Jonatán (2 Sam 1, 26)



La Iglesia, en su documento titulado Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, aprobado en 1986 por el papa Wojtyla y firmado por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), condena tajantemente no sólo la práctica homosexual sino también su mera inclinación.

La condena está hecha con evidente irracionalidad y cae de lleno en lo acientífico y anticonstitucional cuando afirma lo que sigue: "el homosexual manifiesta una ideología materialista que niega la naturaleza trascendente de la persona humana, como también la vocación sobrenatural de todo individuo"; "la práctica de la homosexualidad amenaza seriamente la vida y el bienestar de un gran número de personas"; "la homosexualidad pone seriamente en peligro la naturaleza y los derechos de la familia"; "la actividad homosexual impide la propia realización y felicidad, porque es contraria a la sabiduría creadora de Dios" y un largo etcétera de afirmaciones de parecido tenor, que llegan al despropósito de señalar que, cuando la «actividad homosexual es tomada por buena», nadie puede extrañarse de que "aumenten los comportamientos irracionales y violentos"...

La profunda y venenosa visceralidad con que los jerarcas de la Iglesia Católica abordan la cuestión de la homosexualidad contrasta significativamente, sin embargo, con el gran número de homosexuales que hubo, hay y habrá entre el clero católico. El que la Iglesia denominó crimen pessimum, es un comportamiento sexual muy querido para una cuarta parte o más de los sacerdotes.

Valorar la cifra de curas homosexuales no resulta fácil, pero es de destacar la proximidad de los porcentajes —siempre muy elevados— que ofrecen todos los que han estudiado este tema. En diferentes estudios clínicos o sociológicos se citan índices de homosexualidad que oscilan entre el 30% y el 50% del clero católico. Porcentajes que son equiparables a los detectados en iglesias hermanas como pueda ser, por ejemplo, la Iglesia de Inglaterra, en la que, según un estudio realizado entre el clero de la zona de Londres, un 40% del total de sus ministros son homosexuales.

En una investigación realizada por la propia Iglesia Católica en la diócesis canadiense de San Juan de Terranova, en 1990, se llegó a la conclusión de que el 30% de los curas de la misma eran homosexuales (y también demostró que su arzobispo Alphonsus Penney, que fue forzado a dimitir, había encubierto los abusos homosexuales cometidos por más de veinte sacerdotes sobre unos cincuenta menores, alumnos de un colegio de esa ciudad).
Hubertus Mynarek, teólogo y psicólogo, apunta que «un cálculo por encima (sobre la base de los casos que me son conocidos), a la vista de la tendencia dominante hacia el mismo sexo entre los sacerdotes católicos, indica que aproximadamente una tercera parte [33%] de ellos son principal o exclusivamente homofílicos u homosexuales».

Michael Sipe, sociólogo y psicólogo, afirma —en su libro. En busca del celibato— que el 20% de los sacerdotes católicos norteamericanos son homosexuales, y que la mitad de ellos son activos. En Estados Unidos, en 1990 ya se conocían más de treinta casos de sacerdotes homosexuales que habían fallecido a causa del sida.

Los datos recogidos durante la investigación realizada para escribir este libro me inclinan a valorar también en alrededor de un 20% del total el porcentaje de sacerdotes que han mantenido o mantienen algún tipo de relación homosexual, ya sea ésta habitual o esporádica, o realizada como actividad sexual excluyente o complementaria. Y, de ellos, en torno a un 12% serían estrictamente homosexuales (con tendencia exclusiva a mantener relaciones sexuales sólo con varones, ya sean éstos mayores o menores de edad).

Si tenemos en cuenta que, entre la población en general, la media de varones con tendencia exclusiva hacia la homosexualidad se cifra entre un 4% y un 6% del total, los porcentajes estimados para el clero son anormalmente altos, aunque no por ello injustificados ni difíciles de explicar.

Tres bloques de elementos pueden justificar, en buena medida, la razón por la cual entre el clero católico existe el doble o el triple de homosexuales que entre el resto de la sociedad. A saber:

1) Las circunstancias estructurales de la propia Iglesia Católica [...], que inciden sobre la formación de los sacerdotes potenciando estructuras de personalidad inmaduras, problemas de definición psico-sexual, limitaciones serias para poder entablar relaciones normalizadas de confianza y afecto con figuras femeninas, etc..

2) Los conflictos de personalidad derivados del crecimiento en el seno de familias católicas muy represoras, moralistas y culpabilizadoras (con especial incidencia negativa del apego psicopatológico a un cierto perfil de madre...).

3) El aislamiento físico y emocional en un universo de varones donde la mujer y lo femenino son satanizados, mientras que todo lo masculino resulta glorificado (dios - padre), y donde no hay otra posibilidad para la gratificación de la dimensión afectiva y erótica que la relación, en cualquier grado de intensidad, con los compañeros varones.

«El enemigo número uno en la formación eclesiástica del sacerdote —mantiene el teólogo Hubertus Mynarek— es y continúa siendo la "mujer". No resulta extraño que algunos candidatos al sacerdocio busquen y encuentren una salida en los contactos con personas del mismo sexo. En esto debemos tener en cuenta la siguiente diferencia: hay jóvenes con una caracterizada tendencia homofílica, que precisamente ingresan en el seminario sacerdotal porque, desde el principio, sospechan de la existencia allí de gran número de jóvenes con sus mismas inclinaciones. Los internados, seminarios, conventos y prisiones son lugares privilegiados para contactos con personas del mismo sexo, en el más amplio sentido de la palabra. Otra categoría la forman aquellos jóvenes que son de tendencia heterosexual, pero para quienes la homofilia y la homosexualidad se convierten en una válvula de sustitución para la relación con el otro sexo, reprimida y prohibida por parte de la Iglesia».

No parece desacertada la apreciación de Mynarek cuando afirma que algunos jóvenes católicos ya homosexuales acuden al seminario en busca de iguales; pero probablemente sería más exacto hablar de jóvenes católicos pusilánimes y afeminados que, moldeados por una madre castradora y presionados —por esa razón— por un entorno machista, acaban por encontrar un refugio en un ambiente clerical, protector y varonil, que, con el tiempo, le generará definitivamente su orientación homosexual.

La discreción a la que se debe el sacerdote homosexual —muy superior a la que deben observar sus compañeros que se acuestan con mujeres—, la presión culpabilizadora que recibe desde la doctrina católica y la amenaza del siempre potestativo castigo canónico hacen de esos curas, en general, personas más angustiadas y cargadas de neurosis.

La presión ejercida desde la propia jerarquía católica más la marginación social que todavía estigmatiza al homosexual hacen que esos sacerdotes se vean forzados a menudo a buscar su satisfacción erótica abusando de menores. Este es un dato que, si bien no exculpa al cura que abusa de un menor, sí debe servir para entender mejor los motivos que le llevaron a cometer tal delito; y, también, para extender la responsabilidad moral de tan reprobable acto hasta la propia cúpula eclesiástica, que mantiene a ultranza un sistema represor perjudicial para todos.

Pepe Rodriguez - "La Vida Sexual del Clero"


lunes, 17 de marzo de 2014

PSICOLOGÍA DE LOS GRUPOS CRISTIANOS - ¡VAMOS A EVANGELIGAR!


Tanto el instinto gregario como el instinto sexual han servido para conservar la especie, es decir, la plaga humana, sin embargo, hoy en día parece buscar lo contrario, la degeneración y aniquilamiento del individuo. En esta ocasión no me referiré a sus fines de semana nocturnos en bares y discotecas, sino al "proceso evangeligador" de los grupos cristianos. Para comenzar, todos sabemos que estos grupos alteran la conducta de los individuos al imponer sutilmente sus ideas y creencias. En poco tiempo, debido a la fuerza mayoritaria del grupo, el individuo experimentará diversos conflictos de conciencia, los cuales terminarán reblandeciéndolo, adoptando así conductas y pensamientos que antes podría haber cuestionado. Esto se debe a la sugestión e influencia (sobre todo afectiva) que ejerce la masa sobre el susodicho, según lo explica Sigmund Freud:
  • Hemos partido del hecho fundamental de que el individuo integrado en una masa, experimenta, bajo la influencia de la misma, una modificación, a veces muy profunda, de su actividad anímica. Su afectividad queda extraordinariamente intensificada y, en cambio, notablemente limitada su actividad intelectual. Ambos procesos tienden a igualar al individuo con los demás de la multitud, fin que sólo puede ser conseguido por la supresión de las inhibiciones peculiares a cada uno y la renuncia a las modalidades individuales y personales de las tendencias.
El contagio mental que se da en el individuo a través de la masa, hace que aquel actúe y piense en función a ésta, acentuando decididamente el factor afectivo, por lo que se da un relación de dependencia con la masa, que a través de la sugestión, limita parcial o totalmente el desarrollo de la personalidad y el intelecto del individuo sobre condiciones en las cuales se establecen influencias carentes de un fundamento lógico suficiente, por lo que prima la afectividad e instinto sexual en la mayoría de casos, especialmente si son personas jóvenes las que integran el grupo.

En el proceso de atracción, el individuo se seinte familiarizado con aquellos con quienes entra en contacto y su respuesta inicial es a menudo una reacción emocional; la semejanza es importante y las interacciones placenteras son cruciales. En este caso podemos citar los retiros espirituales, las reuniones en parroquias, paseos de confraternización, y toda situación que provoque efusión y potencie la libido.

La igualdad de todos ante dios que se predica en estos grupos hace que ocurran relaciones sentimentales entre sujetos lo más desemejantes posibles, por lo que será muy común ver a un genio con una tonta, a una mujer guapa con un feo, a un alcohólico con una abstemia, a un patán con una damisela, entre otros casos.

La doctrina del grupo cristiano es la igualdad de todos ante dios, por lo tanto se ocupará de igualar al individuo con los demás miembros de la comunidad. Se pierde la capacidad de selección y distanciamiento, todo orgullo y valía personal es desechado, aquí todos son iguales, nadie puede levantar la cabeza más que otro, nadie puede sentirse superior ante los demás miembros, sería una blasfemia afirmar lo contrario y esto, además, desencadenaría una contienda entre los miembros del grupo. Esta igualdad que se impone al individuo crea una relación de afinidad que lo enlaza con el grupo por determinado tiempo, ya que cuando se alcanza la madurez intelectual, el individuo abandonará el grupo para buscar su desarrollo personal y el de su familia, relegando así a un segundo plano al grupo o separándose definitivamente. El individuo en busca de independencia, también puede alcanzar la emancipación mental y física a través del egoísmo racional:

  • El hombre —cada hombre— es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por sí mismo y para sí mismo, sin sacrificarse por los demás ni sacrificando a otros. La búsqueda de su propio interés, su propio yo racional y su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida. Ayn Rand

La proximidad es de vital importancia, ya que así se puede persuadir más fácilmente; el grupo religioso y la iglesia, sabiendo muy bien esto, procurarán mantener a los miebros lo más unidos posibles, ya que la soledad, muchas veces te lleva a pensar y, por lo tanto, a cuestionar. Esa es la razón por la que la iglesia interviene en todos los asuntos de la vida cotidiana del hombre: bautismo, penitencia, matrimonio, unción de los enfermos.
Volviendo al grupo cristiano en cuestión, la proximidad física en las parroquias y encuentros espirituales, facilita que sus integrantes tiendan a iniciar algún tipo de relación estrecha. El poder de la proximidad y la uniformidad de pensamiento, ocasionan que, en el grupo surjan relaciones sentimentales con una base muy endeble, las cuales, podrían llegar al matrimonio, pero que están condenadas al desengaño y al fracaso de antemano; pues lo que se demuestra en el grupo es solo aparente, una máscara surgida de la imitación y del contagio mental, cuyos fines son la adaptación y la aceptación del grupo, para así incrementar las probabilidades de interacción de los sexos. Nunca se es uno mismo en la multitud.

Algunas consideraciones psicológicas al respecto:

Se ha encontrado que la exposición repetida a un nuevo estímulo (la cara de un sujeto) por lo general resultará en una evaluación cada vez más positiva de ese estímulo. Incluso los niños tienden a sonreír ante una fotografía de alguien que han visto antes pero no ante una fotografía de alguien que están viendo por primera vez (Brooks-Gunn y Lewis, 1981). Con la exposición repetida, los estímulos nuevos y atemorizantes podían gradualmente tornarse familiares y seguros. Una cara familiar no sólo evalúa positivamente, sino que genera afecto positivo y activa los músculos faciales y la actividad cerebral de una manera que indica una respuesta emocional positiva.

En el proceso de "EVANGELIGAR", siempre hay un "evangeligador" y una "evangeligadora" relacionándose; el instinto sexual prevalecerá y los miembros buscarán dentro del grupo, la satisfacción de su deseo sexual. Los machos más inexpertos en el arte del enamoramiento, cuya necesidad de afecto los compele a acudir a estos grupos religiosos, estarán muy satisfechos mientras existan potenciales cadidatos/as para la iniciación de una relación amorosa.  "La familiaridad conduce al agrado si la persona tiene una alta necesidad de estructura" (Hansen y Bartsch). De igual forma las hembras más inexpertas en el arte de la seducción, ingresarán al grupo para ser conquistadas por un príncipe azul o por varios príncipes a la vez, pues lo hay de todos los colores. El condicionamiento subliminal antes mencionado (Exposición constante), hace que la mujer se sienta dispuesta a aceptar a un varón que posiblemente antes habría rechazado.

El amor cristiano no es más que un eufemismo del deseo sexual, usado como excusa para mantener la proximidad con el objeto deseado, cuyo único fin es la cópula sexual.
No hay motivos para avergonzarse de una sexualidad sana, sobre eso no hay discusión. El problema radica en el sobreexcitamiento de los miembros del grupo, para luego hacerlos partícipes de un sentimiento culpabilizante, impuesto por su doctrina religiosa. Esto último, por supuesto, muchos de ellos lo pasarán por alto, pero habrán algunos que se lo tomarán muy en serio y sufrirán internamente. Tal vez la gente cristiana se indigne conmigo por hacer estas afirmaciones, solicitando que me retracte, sin embargo no lo haré, ya que no me gusta ceder a los reproches de mojigatos, pues nunca se sabe adónde puede llevarle a uno tal camino; se empieza por ceder en las palabras y se acaba a veces por ceder en todas las cosas. No faltará quien grite a toda voz su protesta, buscando la singularidad frente al grupo. Entonces debo preguntarle ¿qué es lo que lo obliga a permanecer allí? ¿acaso es su amor a dios o su amor por los hombres?

Ateo Congénito