"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

viernes, 20 de diciembre de 2013

"EL SUFRIMIENTO DE PROMETEO, LA CONDENA DE QUIEN SE ATREVIÓ A DESAFIAR A LOS DIOSES"


La gloria de la pasividad la comparo yo ahora a esa aureola de actividad que rodea al Prometeo de Esquilo. Lo que el pensador de Esquilo quiere decirnos aquí, pero que como poeta sólo nos lo deja presentir por el símbolo, el joven Goethe supo revelárnoslo en otro tiempo en sus temerarias palabras sobre Prometeo:

¡Aquí me asiento y aquí forjo a los hombres
a mi imagen,
una raza semejante a la mía,
en sus sufrimientos, en sus lágrimas,
en sus goces y alegrías,
y en no venerarte,
como yo!

El artista titánico encontró en sí la arrogante convicción de que era capaz de crear hombres, o por lo menos de poder aniquilar a los dioses olímpicos, y esto por su superior sabiduría, que tuvo luego que expiar por un sufrimiento eterno.

F. Nietzsche - El Nacimiento de la Tragedia

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