- Ciertamente: mientras no os hagáis como niños pequeños no entraréis en aquel reino de los cielos (y Zaratustra señaló con las manos hacia arriba). Mas nosotros no queremos entrar en modo alguno en el reino de los cielos: nos hemos hecho hombres, y por eso queremos el reino de la tierra. Así habló Zaratustra - La fiesta del asno.
El año del natalicio del judío Jesús no fue el 1 de nuestra época, sino que sería el 7 o 6 a.C.
Durante el siglo III se propuso datar el natalicio en fechas como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo y algunas otras.
El emperador Constantino legalizó el cristianismo en el año 342 y declaró que el día del "nacimiento del Sol Invencible", celebrado el 25 de diciembre, se adaptaría al nacimiento de Cristo.
Entre los años 354 y 360, el papa Liberio (352-366) fijó como fecha inmutable la de la noche del 24 al 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban el nacimiento del Sol Invencible (Saturnalia).
El lugar más probable del nacimiento de Jesús pudo ser Nazaret o, mejor Cafarnaún, pero nunca Belén.
El relato actual de la Navidad procede del evangelio apócrifo Pseudo-Mateo (declarado falso por la propia Iglesia católica).
La escena del buey y el asno se inventó al mezclar un texto de Isaías manipulado con uno de Habacuc absolutamente mal traducido.
De quienes hoy conocemos como «Reyes Magos» sólo habló el texto de Mateo, pero es tan poco lo que se dice de ellos que las tradiciones posteriores tuvieron que inventarlo absolutamente todo. Hasta el siglo IV los Magos fueron dos, cuatro, seis, doce o sesenta, según fuera la tradición.
Hacia el primer cuarto del siglo III Orígenes afirmó taxativamente que los magos habían sido sólo tres, una postura que acabó prevaleciendo desde el siglo siguiente.
Baltasar fue blanco hasta el siglo XVI, época a partir de la cual se le representó como de raza negra por necesidades estratégicas de la Iglesia.
Fuente: Pepe Rodriguez
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