"UN BLOG PARA TODOS Y PARA NADIE

Bienvenidos:

Este es un blog dedicado a mí mismo, poco me importa si leen o no mis publicaciones. "Yo soy pretil junto a la corriente. ¡Agárreme el que pueda! Pero yo no soy vuestra muleta".

Sepan que he invertido cierta parte de mi tiempo en elaborar las publicaciones de este blog y si le sirve de provecho a alguien, ¡enhorabuena!

Los creyentes fanáticos e intolerantes no son bienvenidos en este lugar, vayan a arrojar sus inmundicias a otra parte (tampoco responderé a sus tonterías), pues yo "sé que me cortaron las alas, mas eso no me impedirá elevarme por encima del cielo".

Los predicadores de cualquier índole religiosa, son mis enemigos, y con esto no me refiero a las víctimas de la religión ni a los cristianos liberados, quienes creen en dios según su capricho; tampoco a los que no leen o interpretan las "sagradas" escrituras según su conveniencia. Tengo aún menos consideración por quienes asisten a "retiros espirituales" y "misas" con el único fin de "evangeligar". Estos no son mis enemigos, a lo mucho son comediantes de la "divinidad".

Recomiendo a mi reducido número de lectores un poco de paciencia, ya que encontrarán algunas publicaciones extensas. "¡No arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!"

Por último, quiero proclamar, en nombre del conjunto gregario humano, lo siguiente:

"Creo en la redención de la humanidad: la detonación de la bomba del juicio final".

lunes, 25 de noviembre de 2013

MADAME BOVARY - NOVELA CAUTIVADORA


Volvió luego junto a Emma, se acurrucó en la alfombra y sollozaba con la cabeza apoyada en el borde de la cama.

—¡No llores! —le dijo Emma—. ¡Dentro de nada ya no te daré más preocupaciones!
—¿Por qué? ¿Quién te obligó?

Ella contestó:

—No quedaba más remedio, querido...
—¿No eras feliz? ¿He tenido yo la culpa? Pero ¡si he hecho cuanto he podido!
—Sí... es cierto... ¡Tú eres bueno!

Y le pasaba despacio la mano por el pelo. La dulzura de aquella sensación aumentaba el desconsuelo de Charles: notaba que todo su ser se venía abajo de desesperación al pensar que tenía que perderla cuando, precisamente, le demostraba más amor que nunca; y no se le ocurría nada; no sabía, no se atrevía, la urgencia de una decisión inmediata acababa de trastornarlo. [...]

El sacerdote rezó luego el Misereatur y el Indulgentiam, mojó el pulgar derecho en el óleo y empezó a ungirla: primero, los ojos, que tanto ansiaron los lujos de la tierra; luego, las ventanas de la nariz, que tan golosas fueron de brisas tibias y de aromas amorosos; luego, la boca, que se había abierto para la mentira, que había gemido de orgullo y gritado de lujuria; luego, las manos, que se deleitaban en los tactos suaves; y, finalmente, las plantas de los pies, tan veloces en otro tiempo, cuando corrían hacia la saciedad de los deseos y que ya no volverían a caminar. [...]

Gustave Flaubert - "Madame Bovary"

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